La NASA ha revelado que planea construir un reactor nuclear en la superficie lunar con el objetivo de ponerlo en funcionamiento para el año 2030. Este proyecto forma parte de la estrategia estadounidense para garantizar la autosuficiencia energética en futuras misiones y consolidar su liderazgo en la exploración espacial frente a potencias como China.

Sean Duffy, administrador interino de la agencia espacial y actual secretario de Transporte en la administración de Donald Trump, explicó que la idea no es nueva, pero ahora adquiere carácter prioritario. “Estamos en la carrera hacia la Luna y necesitamos energía para mantener una base estable y segura”, afirmó. Según Duffy, el reactor generará aproximadamente 100 kilovatios, cantidad suficiente para abastecer una vivienda promedio durante varios días.

El proyecto, que ya ha absorbido cientos de millones de dólares en estudios preliminares, representa un paso fundamental hacia la permanencia humana en la Luna y, eventualmente, en Marte. “La energía es crítica si hablamos de sostener vida en la Luna y de dar el salto al planeta rojo”, subrayó Duffy. La NASA planea desplegar esta tecnología en paralelo con las misiones Artemis, cuyo próximo capítulo, Artemis 2, llevará astronautas alrededor de la Luna el próximo año, mientras que Artemis 3 intentará un alunizaje prolongado.

Más allá de lo técnico, el anuncio se enmarca en una narrativa estratégica: asegurar las mejores zonas del satélite natural —ricas en hielo y con exposición solar— antes que otras potencias. “Hay una parte de la Luna que todo el mundo sabe que es la mejor. Queremos llegar ahí primero y reclamarla para Estados Unidos”, expresó el funcionario.

Este movimiento reafirma que la nueva “carrera espacial” no se trata solo de ciencia, sino también de poder geopolítico. Con un reactor nuclear como columna vertebral de la infraestructura lunar, la NASA busca garantizar que la energía no sea un obstáculo, sino la llave para abrir la puerta de una presencia humana sostenida fuera de la Tierra.