Uso de cascarones de huevo para limpiar un río: esperanza y acción comunitaria

En el corazón del Estado de México, Evangelina Arias Ortega y sus vecinos han dado un paso pionero en la lucha contra la contaminación del río Lerma, uno de los cuerpos de agua más afectados por la actividad industrial en el país. Desde hace más de seis años, han estado recolectando cáscaras de huevo con el objetivo de crear filtros biológicos que ayuden a purificar las aguas del río, una solución innovadora que se ha convertido en un modelo de acción comunitaria con un impacto real.

El río Lerma, una de las principales fuentes de agua del país, ha sufrido décadas de contaminación por desechos industriales y la basura generada por las más de 300 empresas que se encuentran en el corredor industrial Lerma-Toluca. Desde su niñez, Evangelina observó cómo este río, que alguna vez fue un acuífero limpio y utilizado por su familia para bañarse, se transformaba en un cuerpo de agua sucio y peligroso. En su búsqueda por mejorar la situación, Evangelina encontró una solución simple pero efectiva en los cascarones de huevo, un material accesible y abundante que, sorprendentemente, tiene la capacidad de filtrar los contaminantes del agua.

La clave de esta solución radica en el carbonato de calcio presente en los cascarones, que tiene la capacidad de absorber metales pesados y otros contaminantes como nitrógeno y fósforo. Al enterarse de los estudios de la doctora Verónica Martínez Miranda, investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de México, Evangelina decidió organizar a su comunidad y crear una red de recolección de cáscaras de huevo. De este esfuerzo nació la asociación civil H20 Lerma con Encanto, que desde 2017 se dedica a recolectar este material y a implementarlo en filtros biológicos instalados en las plantas de tratamiento de Atarasquillo, Ocoyoacac y Calimaya.

Gracias a estos filtros, las plantas de tratamiento han logrado liberar el agua descargada de los contaminantes más peligrosos, mejorando significativamente su calidad. Según Evangelina, los resultados son evidentes: el agua que se libera después del tratamiento se encuentra mucho más limpia y cumple con las normas ambientales establecidas para la descarga de aguas residuales. De hecho, los filtros hechos con cáscaras de huevo han demostrado ser tan efectivos que, según los expertos, los niveles de contaminantes se han reducido a un nivel que asegura la seguridad del agua para su posterior liberación en el medio ambiente.

Con el apoyo de más de 60 centros de acopio en el Valle de Toluca, la Ciudad de México y su zona metropolitana, la recolección de cáscaras de huevo se ha convertido en un esfuerzo colectivo que involucra a escuelas, voluntarios y ciudadanos comprometidos con el futuro del río Lerma. Evangelina y su equipo continúan recolectando entre cinco y siete toneladas de cascarón al mes, lo que les permite seguir implementando su método en las plantas de tratamiento y soñar con un futuro en el que este innovador proceso de saneamiento se amplíe a más plantas en la región.

La historia de Evangelina Arias Ortega y su comunidad es un ejemplo inspirador de cómo la acción local y la innovación pueden hacer una diferencia significativa en la lucha por la preservación del medio ambiente. A través de la recolección de algo tan simple como las cáscaras de huevo, han encontrado una forma de transformar un problema ambiental en una oportunidad de cambio, generando conciencia sobre el uso responsable de los recursos y el poder de la colaboración comunitaria.

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