Una sola inyección: logran revertir la sordera genética en pacientes de hasta 24 años

En lo que ya se perfila como uno de los avances médicos más esperanzadores del año, un grupo de investigadores ha conseguido restaurar la audición en personas sordas de nacimiento a causa de una mutación genética, todo gracias a una única dosis de terapia génica. El hito fue publicado recientemente en la revista Nature Medicine y marca un punto de inflexión en el tratamiento de discapacidades auditivas congénitas.

El estudio, realizado en hospitales de China, trató a 10 pacientes —niños, adolescentes y adultos jóvenes— mediante una inyección directa en la cóclea que transportaba una copia funcional del gen OTOF, responsable de transmitir el sonido desde el oído al cerebro. Con esta intervención, las personas sordas por este defecto genético comenzaron a recuperar su audición en cuestión de semanas.

Hasta ahora, los tratamientos como los audífonos o los implantes cocleares no corregían el daño de raíz, solo ayudaban a amplificar el sonido o a simular la función auditiva. Lo que diferencia esta terapia es que actúa directamente sobre la causa genética del problema, logrando restaurar el sistema de transmisión de sonido de manera casi natural. Incluso pacientes de 14 y 24 años, considerados fuera del rango óptimo por su edad, mostraron notables avances, desafiando la creencia de que la plasticidad neuronal se reduce demasiado con el tiempo.

Lo más sorprendente es la seguridad del tratamiento: tras un año de seguimiento, ninguno de los participantes presentó efectos secundarios graves. Este tipo de resultados no solo abren la puerta al tratamiento de sordera por OTOF, sino que encienden la esperanza para personas afectadas por otras mutaciones genéticas como GJB2 o TMC1, hoy aún sin cura.

El futuro parece estar virando hacia la medicina de precisión genética, con terapias diseñadas para cada mutación y cada paciente. Los investigadores ya trabajan para replicar estos resultados en estudios más amplios, y con ello, acercar estas terapias al resto del mundo. La era de corregir defectos de nacimiento desde el núcleo mismo de las células ya no es ciencia ficción.

Este logro no es solo una victoria médica. Es también una victoria ética, social y humana: el acceso a la palabra hablada, a los sonidos de la vida cotidiana, a la música, al lenguaje. Un recordatorio de que, en la medicina, el silencio también puede ser interrumpido.

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