Con la diplomacia como aliada y la estrategia como bandera, San Luis Potosí se alista para recibir una misión comercial histórica
En ocasiones, el porvenir se construye en los pasillos del poder local más que en las salas de juntas internacionales. Así ocurrió en San Luis Potosí, donde el diputado Emilio Rosas —con la visión clara y el pulso firme— fue el arquitecto de una jugada estratégica que ha logrado lo que parecía reservado para las grandes capitales: convocar, para agosto próximo, a cien empresarias y empresarios de Estados Unidos, en una misión comercial que podría marcar un antes y un después para el estado.
La iniciativa encontró eco inmediato en el gobernador Ricardo Gallardo Cardona, quien no sólo respaldó con entusiasmo la propuesta, sino que asumió el liderazgo institucional de este impulso económico sin precedentes. Junto a él, Salomón Rosas Ramírez, Coordinador General del Corredor Bajío de la Secretaría de Economía, aportó el andamiaje técnico y federal necesario para tender puentes reales con el exterior. La idea, simple y poderosa: convertir a San Luis Potosí en un nodo global de inversión, producción y talento.
La embajada comercial, encabezada por el cónsul general de México en Orlando, Juan Sabines Guerrero, y el vicecónsul Javier de la Vega Vargas, llega con nombres propios que saben leer el termómetro de los negocios. Entre ellos, Henry Moth, presidente de USMEXA, y Dipesh Patel, presidente de Dp Gayatri, quienes expresaron su confianza en que SLP es mucho más que un destino prometedor: es un terreno fértil para el crecimiento binacional. La presencia de estas figuras no es sólo simbólica; es también estratégica.
Este avance, sin embargo, no es un logro en solitario. El Congreso del Estado ha sido actor esencial en la articulación del proyecto. Emilio Rosas no sólo tejió las alianzas, sino que activó una sinergia plural que unió a diputadas y diputados de diversas fuerzas políticas. La Junta Directiva, presidida por Cuauhtli Badillo, junto a diputados y diputadas como Nancy J. García, Gabriela Torres, Martha Patricia Aradillas, Aranzazú Puente, Crisógono Pérez, Marco Gama, Diana Ruelas y Marcelino Rivera, ha dado forma a un consenso notable: que el desarrollo no tiene ideología, pero sí dirección.
La llegada de esta misión comercial no es una casualidad, sino el resultado de una narrativa bien contada y mejor ejecutada. San Luis Potosí se ha convertido en un lugar donde las ideas no se quedan en el papel. Su ubicación estratégica, su entorno empresarial y su vocación industrial lo han transformado en una pieza clave del Bajío mexicano. Pero lo que realmente marca la diferencia es la disposición política de abrir las puertas al mundo, con proyectos sólidos y rostros comprometidos.
La promesa es concreta: nuevas inversiones, empleos mejor remunerados y vínculos sostenibles con empresas internacionales. Pero hay algo más valioso aún: la transformación de la autoestima colectiva. Que cien inversionistas de EUA pongan sus ojos en SLP es también una señal de que este estado se sabe, por fin, capaz de jugar en las grandes ligas. Y eso es mérito de una comunidad política y empresarial que, por una vez, habló el mismo idioma: el del futuro compartido.
Con este movimiento, San Luis Potosí no solo fortalece su presente, sino que dibuja con firmeza la silueta de lo que quiere ser: un epicentro económico con rostro humano, moderno pero con raíces, dispuesto a dialogar con el mundo sin perder su esencia. Esa visión —parlamentaria, ejecutiva, diplomática y empresarial— ya está en marcha.









