Como cada verano, la duela vuelve a crujir y la esperanza se alza con cada bote del balón. Los Santos del Potosí están listos para iniciar la temporada 2025 de la Liga Nacional de Baloncesto Profesional (LNBP) y lo harán este viernes 4 de julio, a las 20:00 horas, enfrentando a los Dorados de Chihuahua en el Gimnasio Manuel Bernardo Aguirre. No será un arranque cualquiera: será el primer capítulo de una historia que promete velocidad, intensidad y sobre todo, mucho orgullo potosino.
Bajo la dirección del experimentado Manolo Cintrón, el equipo ha trabajado con intensidad para llegar no solo en óptima forma física, sino con una mentalidad afinada al milímetro. La apuesta no es menor: un juego veloz, atractivo, cargado de adrenalina para enamorar a la afición que llena las gradas no solo con gritos, sino con memoria. Porque en San Luis, el baloncesto no se mira: se vive con el pecho. Y esta temporada no será la excepción.
Juan Luis Ramírez, jugador emblema del conjunto potosino, lo ha dejado claro: “Para este 2025 pueden esperar un mejor Santos del Potosí, pero para lograrlo necesitamos de nuestra afición, que siempre nos ha apoyado, con quienes estamos agradecidos y quienes son nuestro sexto hombre en la duela”. Su voz no suena a discurso aprendido, sino a gratitud sincera, a ese vínculo tejido entre jugadores y tribuna que, temporada tras temporada, se vuelve más fuerte.
La escuadra ha reforzado su plantilla y afinado su preparación. No hay margen para la improvisación: la mira está puesta en competir, crecer y consolidarse como uno de los protagonistas de la liga. Pero más allá del resultado, hay una promesa implícita en cada pase, en cada canasta: ofrecer baloncesto de calidad, de entrega absoluta. Que el juego sea, como siempre, una fiesta del esfuerzo colectivo.
¿Sabías que…? Santos del Potosí es uno de los equipos más jóvenes pero más intensamente seguidos de la LNBP. Desde su llegada al circuito, han conquistado no solo partidos, sino también corazones. Su casa, el Auditorio Miguel Barragán, ha sido testigo de remontadas épicas, duelos memorables y noches en que el baloncesto fue excusa para abrazar identidad.









