La geografía de San Luis Potosí parece dibujarse con nuevas rutas y tiempos reducidos, como si la cartografía misma se adaptara a la ambición de sus habitantes. Con la reciente confirmación de la autopista San Luis–Matehuala y su enlace con la Interserrana de Nuevo León, el trayecto hacia la frontera norte se transforma: lo que antes era una jornada de ocho horas, ahora se proyecta como un viaje de menos de cinco. No es solo una carretera, sino un puente tangible entre regiones, economías y vidas.
Ricardo Gallardo Cardona, gobernador de la entidad, subraya que esta obra no solo acorta distancias, sino que redefine la movilidad del estado. La inversión privada que supera los 22 mil millones de pesos no se refleja únicamente en asfalto y puentes, sino en el tiempo recuperado, en la seguridad del transporte de mercancías y pasajeros, y en la eficiencia de los potosinos que se desplazan con urgencia y propósito hacia los cruces fronterizos. Cada kilómetro ganado se traduce en oportunidades, en economías locales que respiran al ritmo de la conectividad.
La colaboración entre estados emerge como un elemento central en esta narrativa. Samuel García, gobernador de Nuevo León, ha refrendado su compromiso con la Interserrana, permitiendo que ambas obras se entrelacen y generen un dinamismo inédito para la región. No se trata solo de infraestructura: es la articulación de cadenas productivas, de intercambios más fluidos, de la modernización de un corredor que históricamente ha sido vital para la economía potosina y del norte del país.
La visión de Gallardo Cardona no se limita al norte. La autopista hacia Querétaro, también impulsada con capital privado, y los recientes circuitos del Altiplano, desde Moctezuma hasta Villa de Arista y de Ahualulco al entronque con Zacatecas, consolidan un mapa donde la movilidad no conoce límites. San Luis Potosí se proyecta como nodo logístico y símbolo de planificación, donde cada inversión vial es un argumento a favor de la prosperidad regional y de la integración del país.
Así, las carreteras se vuelven historia en construcción, testimonios de decisiones políticas que moldean el tiempo y el espacio. El estado se abre con velocidad, pero también con estrategia, y cada trayecto recorrido será parte de la memoria de una región que apuesta por conectar su presente con futuros posibles, más cortos, más rápidos y más cercanos. La autopista San Luis–Matehuala no es solo un camino: es un gesto de ambición y pragmatismo que invita a mirar hacia dónde nos dirigimos.








