El Sábado de Gloria es una fecha cargada de simbolismo en el calendario litúrgico cristiano. Se celebra el día previo al Domingo de Resurrección y marca el cierre del luto por la muerte de Jesús, esperando con fe su resurrección. Aunque es un día de recogimiento, ha evolucionado con costumbres populares muy particulares, sobre todo en países de tradición católica como México, España, Italia y algunas regiones de América Latina.
En México, el Sábado de Gloria ha sido conocido por una peculiar práctica: mojar a la gente. Durante décadas, era común que jóvenes lanzaran cubetadas de agua en plazas públicas, calles o incluso desde azoteas, como una forma de “purificación” simbólica y celebración de la vida. Sin embargo, esta tradición ha sido regulada por autoridades en muchas ciudades debido al desperdicio de agua, imponiendo incluso multas a quienes la practiquen.
En el ámbito religioso, este día es profundamente introspectivo. La Iglesia Católica invita al silencio, la meditación y la oración, pues es el momento en el que Jesús yace en el sepulcro. No se celebran misas hasta la noche, cuando tiene lugar la Vigilia Pascual, una de las ceremonias más significativas del año, que representa la victoria de la luz sobre la oscuridad.
Curiosamente, la costumbre de mojarse tiene raíces aún más antiguas: en Europa, durante siglos, se realizaban baños rituales de purificación. En Filipinas, por ejemplo, las procesiones y representaciones teatrales de la Pasión continúan hasta este día. Y en algunos pueblos de México, la quema de figuras de Judas en forma de piñata añade un toque festivo y crítico a la celebración.