Ocho historias encuentran hogar: cuando el Estado aprende a cuidar

Hay días en los que la política pública deja de ser un expediente y se convierte en una escena íntima: un abrazo nuevo, una habitación que se estrena, un apellido que comienza a decirse en voz alta. Así ocurrió cuando el Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia refrendó su compromiso con el derecho fundamental de niñas, niños y jóvenes potosinos a crecer dentro de un hogar donde el afecto no sea promesa, sino rutina.

Bajo la premisa de que el interés superior de la niñez no admite demoras ni simulaciones, el DIF estatal ha sostenido una política de adopción digna y responsable, alineada con la visión humanista impulsada desde el Gobierno del Estado. No se trata solo de acelerar trámites, sino de hacerlos justos, cuidadosos y profundamente respetuosos de cada historia personal.

La coordinación con el Poder Judicial ha permitido que, en los últimos años, los procesos administrativos y legales avancen con mayor claridad y eficacia. Ese trabajo silencioso rindió frutos cuando ocho menores, tras largos caminos marcados por la espera, pudieron finalmente integrarse a familias dispuestas a ofrecer cuidado, estabilidad y futuro.

La adopción, recordó la directora general del DIF, Virginia Zúñiga Maldonado, no es un recurso excepcional ni un gesto de caridad, sino una alternativa digna para quienes, por circunstancias ajenas a su voluntad, no contaron con una familia de origen. En ese acto jurídico habita también una responsabilidad ética: acompañar, proteger y no soltar la mano.

Así, el DIF reafirma que su tarea no concluye con una firma o una sentencia favorable. El verdadero objetivo es garantizar que cada niña, niño y joven crezca en un entorno donde el amor sea cotidiano y la protección constante. Porque cuando una infancia encuentra hogar, no solo se transforma una vida: se reescribe, en silencio, el porvenir de toda una sociedad.

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