En el corazón vibrante de Soledad de Graciano Sánchez, una partitura nueva comienza a escribirse, no con tinta, sino con acordes, tambores, guitarras y el pulso esperanzado de la niñez. Hace apenas unos días, bajo el cobijo del Teatro y Centro Cultural, se inauguró la Escuela Municipal de Música, un proyecto que no solo enseña notas y compases, sino que busca fundar una Orquesta Musical Infantil que represente el alma del municipio. Esta iniciativa, impulsada con entusiasmo por el alcalde Juan Manuel Navarro Muñiz, es un parteaguas en la historia cultural local.
El secretario general del Ayuntamiento, Benjamín Pérez Álvarez, no titubeó al calificar este hecho como “sin precedentes”. En sus palabras resuena algo más que institucionalidad: resuena un compromiso íntimo con el desarrollo humano a través del arte. Y es que, en una época donde los dispositivos digitales suelen desplazar la expresión creativa, enseñar a una niña a pulsar una cuerda o a un niño a soplar vida en un clarinete es, sin exagerar, un acto de resistencia cultural.
La invitación es amplia, generosa y sin costo: niños y niñas entre los 8 y los 15 años pueden integrarse a este movimiento musical, ya sea en turnos matutinos o vespertinos durante el periodo vacacional. Más adelante, los horarios se ajustarán, pero el espíritu permanecerá intacto: abrir caminos, transformar vidas, tocar corazones. Los registros están disponibles en el mismo Centro Cultural, de lunes a viernes, entre 9 de la mañana y 2 de la tarde.
No es un esfuerzo improvisado. Los maestros que guían estas clases no solo poseen amplia experiencia en el entorno musical potosino, sino también una vocación que trasciende lo técnico. Las niñas y niños podrán aprender guitarra eléctrica y acústica, piano, clarinete, saxofón, percusión… pero más allá del instrumento, se formarán como artistas capaces de escuchar el mundo desde otra dimensión: la del ritmo, la armonía, la expresión compartida.
Este impulso no es ajeno a otros proyectos que ha promovido el alcalde Navarro Muñiz, quien ha sabido entrelazar cultura, deporte e identidad como ejes de un gobierno que quiere mirar de frente a su infancia. La creación de espacios que abracen el talento infantil y lo acompañen con disciplina y afecto es, también, una forma de hacer política con sensibilidad.
Curiosamente, las grandes orquestas del mundo nacieron muchas veces de gestos como este. La célebre Orquesta Juvenil de Venezuela, conocida como El Sistema, comenzó con un puñado de niños y ahora ha transformado miles de vidas. Quizá, sin saberlo, Soledad de Graciano Sánchez está dando su primer paso en esa misma partitura universal. Porque toda orquesta es una metáfora perfecta de la comunidad: cada instrumento importa, pero solo juntos logran la sinfonía.









