México reinventa la lucha contra el cáncer de mama

México da un paso monumental: la creación de un modelo universal de atención para el cáncer de mama. La presidenta subraya que este proyecto no es un simple anuncio, sino la materialización de un derecho: que cada mujer, sin importar su ubicación o afiliación, pueda acceder a diagnóstico y tratamiento oportuno. La inversión prevista, cercana a ocho mil millones de pesos, apunta a transformar la realidad de millones de mexicanas.

Actualmente, el sistema público opera con menos de setecientos mastógrafos, una cifra insuficiente para un país de dimensiones continentales. La adquisición de mil mastógrafos y mil ultrasonidos adicionales entre 2026 y 2027 busca subsanar esta brecha histórica, acercando la tecnología a donde realmente se necesita: en comunidades de fácil acceso para las mujeres. Además, se suman veinte centros de diagnóstico a distancia que operarán con especialistas interpretando imágenes médicas en tiempo real, abriendo un puente digital que promete salvar vidas.

El modelo contempla también la construcción de treinta y dos centros oncológicos, uno por cada estado, con hospedaje para pacientes y familiares. Este gesto de infraestructura va más allá de los ladrillos y el cemento: es un símbolo de equidad y de humanidad, un compromiso de que ninguna mujer quede rezagada por la geografía. La universalidad de este esquema significa que cualquier mujer, afiliada al IMSS o al ISSSTE, podrá recibir atención integral sin barreras institucionales.

El secretario de Salud enfatiza que el cáncer de mama sigue siendo la primera causa de muerte por cáncer en mujeres mexicanas. Frente a este desafío, el plan despliega cinco estrategias clave: campañas educativas, detección temprana, diagnóstico ágil, tratamiento integral y seguimiento continuo. La velocidad se convierte en aliada: el diagnóstico deberá concretarse en menos de treinta días y el tratamiento iniciarse en un máximo de veintiún días.

Este modelo, en esencia, redefine la narrativa de la salud femenina en México. No se trata solo de ampliar infraestructura o de sumar equipos médicos; se trata de crear un ecosistema donde la prevención y la intervención se enlacen con la dignidad y la accesibilidad. La expectativa es que en uno o dos años este esquema esté plenamente implementado, marcando un antes y un después en la lucha contra la mortalidad por cáncer de mama.

Al mirar hacia el futuro, este plan emerge como un testimonio de voluntad política y sensibilidad social, un acto consciente de poner la vida de las mujeres en el centro de la política sanitaria. Es la historia de un país que decide enfrentar un enemigo silencioso con inteligencia, equidad y compromiso, y que promete que ninguna mujer enfrentará sola la batalla contra el cáncer de mama.

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