México elimina impuesto a los videojuegos

La eliminación del impuesto a los videojuegos por parte del gobierno federal cerró una herida reciente con la comunidad gamer, pero dejó abierta una discusión más profunda y de largo aliento: el reconocimiento legal de los deportes electrónicos en México. La decisión fiscal, celebrada por millones de jugadores, resolvió el síntoma, no la causa. El país avanza en el consumo y la producción cultural digital, pero sigue sin dotar de marco jurídico a una industria que ya desbordó el mero entretenimiento.

Desde el Congreso, legisladores de Movimiento Ciudadano advirtieron que el intento de gravar los videojuegos evidenció una mirada reducida sobre el fenómeno digital contemporáneo. Para la diputada Laura Ballesteros, retirar el impuesto fue apenas un paso necesario, no suficiente. Mientras los e-sports sigan sin reconocimiento legal, permanecerán en una zona gris donde no hay reglas claras, protección institucional ni políticas públicas que acompañen su crecimiento económico y social.

Las cifras explican por qué el debate no es menor. México se ha convertido en el principal mercado de videojuegos en América Latina y figura entre los diez más grandes del mundo, con decenas de millones de jugadores activos y una derrama económica que supera los miles de millones de dólares anuales. Se trata de una industria que genera empleos, audiencias, identidades juveniles y nuevas formas de competencia, pero que aún no encuentra un lugar formal dentro de la estructura deportiva nacional.

Ante este escenario, Movimiento Ciudadano presentó una iniciativa para reformar la Ley General de Cultura Física y Deporte e incorporar a los e-sports como una modalidad reconocida. La propuesta, impulsada por Laura Ballesteros junto con Iraís Reyes, Paola Longoria y Miguel Sánchez, busca construir una regulación progresiva que permita profesionalizar el sector, garantizar derechos y vincularlo a las políticas públicas del deporte, la educación y la cultura.

El contraste internacional resulta elocuente. Países como Corea del Sur, Francia o China ya entendieron que los deportes electrónicos no son una moda pasajera, sino una expresión del siglo veintiuno que redefine la competencia, la comunidad y la cultura. En México, la eliminación del impuesto marcó un alto en el camino, pero el tablero sigue incompleto. Reconocer a los e-sports no es solo legislar sobre videojuegos; es aceptar que el país ya juega en ligas globales, aunque aún sin árbitro legal.

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