Lentes inteligentes graban, reconocen, traducen… y observan.
Como si el futuro se hubiera colado por la esquina de Insurgentes, las gafas Ray-Ban con inteligencia artificial —creadas en colaboración con Meta— han comenzado a circular en México. No hablamos de un accesorio de moda ni de una simple cámara portátil. Hablamos de un dispositivo que traduce conversaciones en tiempo real, responde con IA generativa y, de paso, guarda lo que ve. Tan elegante como perturbador. Tan moderno como distópico.
En apariencia, son gafas de sol con un diseño heredado de James Dean. En la práctica, son una extensión de la nube, con ojos discretos pero vigilantes, que graban videos, toman fotos, detectan lo que estás viendo y pueden contarte qué hay frente a ti. El propio Mark Zuckerberg las vendió como “una nueva forma de ver el mundo”. Lo que no dijo es que también es una nueva forma de ser visto.
México, con su encanto desordenado y sus contrastes sociales, no es terreno neutro para estas gafas. En un país donde conviven el grafiti callejero y el reconocimiento facial en aeropuertos, la llegada de estas Ray-Ban marca una inflexión cultural. Son símbolo de estatus, sí, pero también de algo más sutil: una élite que empieza a usar la inteligencia artificial no solo para buscar, sino para ver. Y, en ciertos casos, para controlar.
La ironía es sabrosa: los lentes nacen como gadgets de libertad y estilo, pero funcionan como antenas ambulantes del algoritmo. Son tan parecidos a una escena de Black Mirror que cuesta distinguir si estamos en el capítulo piloto o en los créditos finales. Lo que para algunos es innovación, para otros es una alerta. Porque en un país donde la privacidad es a menudo un lujo y no un derecho, estos lentes podrían convertirse en herramientas tanto de conexión como de vigilancia blanda.
No es la primera vez que México adopta tecnología antes de digerirla. En los 90, llegaron los celulares antes que los planes tarifarios estables. En los 2000, las redes sociales antes que la alfabetización digital. Ahora, llegan los lentes con IA en un momento en que aún debatimos qué significa tener “consentimiento” para ser grabado en público. La tecnología avanza como tren bala; la reflexión camina a pie.
Dato curioso: las Ray-Ban Stories, predecesoras de este modelo, ya habían causado polémica en Europa por sus funciones de grabación casi invisibles. Pero en México, con sus calles ruidosas y sus usos flexibles de la legalidad, el debate apenas comienza. Y mientras algunos sueñan con traducir menús de taquería en tiempo real, otros se preguntan si el «Ojo que todo lo ve» ya tiene marca registrada.