La travesía de Víctor Martínez hacia el corazón del “Decolonial Pilgrimage”

Hay artistas que cruzan fronteras físicas; otros, como el maestro Víctor Leonardo Martínez Galicia, cruzan también las simbólicas. Desde las aulas de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí hasta las salas del Museo de Arte Noyes, en Nueva Jersey, su obra se despliega como un puente entre tiempos, territorios y pensamientos. En el proyecto internacional Decolonial Pilgrimage, Martínez no solo representa a México: reescribe, con luz y silencio, las huellas invisibles del arte contemporáneo.

Su viaje comenzó en Austria, entre las sombras de Wandemberg, un sitio donde el hierro cuenta su historia milenaria. Allí, el docente encontró en la materia prima una metáfora poderosa: la extracción, la transformación, la alquimia que convierte lo bruto en forma. Aquella residencia artística fue el umbral de una nueva etapa, la antesala de la invitación a este proyecto curado por un académico croata de la Universidad de Bellas Artes de Zagreb, empeñado en mirar el arte desde una perspectiva que descoloca al centro y devuelve la voz a las orillas.

En Decolonial Pilgrimage convergen artistas de Croacia, Colombia, Estados Unidos y México, todos unidos por una idea que desafía al canon: pensar el arte desde la memoria, desde los márgenes, desde las cicatrices de la historia. El maestro Martínez lo hace a través de la fotografía, valiéndose de largas exposiciones que capturan la respiración de los ríos y el pulso de las montañas. En esas imágenes de trazo luminoso, inspiradas en el pensamiento del filósofo Mircea Eliade, la naturaleza se convierte en un lienzo para los mitos: figuras simbólicas que evocan la magia primigenia donde, según Eliade, comenzó la cultura humana.

Sus obras son, al mismo tiempo, una exploración visual y un gesto pedagógico. Martínez, con su experiencia de más de una década en el Centro de las Artes y ahora en el Departamento de Arte y Cultura de la UASLP, insiste en que el arte no debe quedarse en la contemplación, sino trascender hacia el aprendizaje compartido. Su trabajo no solo busca belleza, sino diálogo; no solo exhibe imágenes, sino provoca pensamiento.

En sus palabras resuena una convicción profunda: “Compartir proyectos con otros artistas amplía las posibilidades de interpretación y aprendizaje”. Esa filosofía se refleja en cada una de sus colaboraciones internacionales, donde el intercambio cultural se vuelve una forma de resistencia ante el aislamiento creativo. Su enseñanza, afirma, consiste en encender la curiosidad de sus estudiantes, en motivarlos a descubrir que el arte también es una forma de investigación.

Y como todo viaje artístico, este no termina en Nueva Jersey. Tras la exposición, Martínez continuará su ruta hacia Croacia, donde Decolonial Pilgrimage prepara una nueva muestra con la participación de catorce países y ochenta artistas. Allí, entre lenguas y visiones distintas, San Luis Potosí volverá a tener un lugar en el mapa del arte mundial. Porque cuando un creador viaja con su tierra a cuestas, cada obra suya se convierte en un regreso.

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