La resistencia de las Mujeres materializada en la construcción del conocimiento

En el marco conmemorativo del 8M, resulta importante resaltar la lucha de las mujeres en la construcción del conocimiento, pues la historia ha sido construida a partir de la concepción de que el hombre es el sexo “fuerte” y la mujer el sexo “débil”; hoy en día, entendemos que la historia es de quien la cuenta y que el conocimiento es poder.

 

Debe ser reconocida la importante tarea de visibilizar lo ignorado, cuestionar lo incuestionable y que el conocimiento no busque ser jerarquizado, impuesto, ni autodeterminarse “verdad absoluta”; sino por el contrario, explica la causalidad de los problemas, tomando en consideración y esclareciendo los constructos sociales opresores o de desventaja en los que fueron edificados, reconociendo la existencia de la diversidad y subjetividad en el pensamiento, derivado del contexto cultural, histórico, político, ideológico, religioso y moral.

 

Tarea nada fácil, pues no puede conocerse lo que se ignora, lo que no se contempla, lo que se invisibiliza; y es aquí, donde cobra especial relevancia la resistencia de las mujeres en el ámbito del conocimiento, pues abren la puerta para conocer la génesis de la problemática social que vivimos, amplía el panorama, ayuda a comprender profundamente los motivos y reconoce que concientizar las causas y las relaciones de poder, es medular para lograr un cambio significativo.

 

En distintos momentos de la historia, las mujeres hemos tenido que lidiar con la concepción errónea de un sinfín de estereotipos y roles de género impuestos como consecuencia “natural” propia de nuestro sexo: el ser madres, amas de casa, al servicio del hombre, femeninas, recatadas, sumisas e incluso ser contempladas como objeto sexual o moneda de cambio.

 

De forma sistemática, histórica, tradicional y estructural, dicha imposición posicionó a las mujeres en una situación de inferioridad respecto de los hombres, dado que su génesis se invisibilizó como consecuencia cultural -y no natural- durante siglos; pues dicha “superioridad natural” fue la justificación utilizada para que el hombre fuera protagonista de la toma de decisiones.

 

Las cuestionantes e inconformidades al respecto existían; sin embargo, a partir del siglo XVIII las mujeres resonaron en colectivo. ¿Por qué debe ser natural que el hombre sea el “sexo fuerte” y las mujeres el “sexo débil”? ¿Por qué solo el hombre es el protagonista de la toma de decisiones? ¿Por qué a los hombres se les reconocen derechos y a las mujeres no? ¿Por qué a las mujeres se les excluye?

 

Fue entonces, que se comenzó a identificar que en realidad no se trataba de una consecuencia natural, sino cultural y adquirida a través de la educación.

 

El resultado de la movilización fue la represión masiva y violenta; sin embargo, la lucha no terminó ahí, las mujeres siguieron cuestionando, movilizándose y organizándose; y conforme el tiempo avanzó, también identificaron que incluso la exclusión se potencializaba cuando concurrían diversas realidades que no habían sido contempladas en un inicio, como por ejemplo la clase social, económica, la raza, entre otras.

 

La importancia y trascendencia de la epistemología en los estudios de género, implican la estricta observancia de las condiciones y contextos de una vida en sociedad, el reconocimiento de que las mismas no son inmutables y que somos un ente cambiante, adaptable, evolutivo y racional; lo que incluso nos permite identificarnos como dinámicos e individuales.

 

Todo lo anterior apunta a que, en la individualidad de las mujeres y como parte de la vida en sociedad, se encuentra la mayor riqueza del aprendizaje, pues no se jerarquiza, ni se impone, sino que se reconoce y explica; alcanzando incluso una mayor cercanía a los verdaderos principios, fundamentos y condiciones que dan pauta a la construcción del conocimiento, reduciendo los estigmas, prejuicios y estereotipos que naturalmente permean un análisis.

 

Conforme el feminismo transitó en el tiempo, fueron incorporándose diversas corrientes, aportándose teorías, conceptos y visibilizándose realidades que enriquecieron el movimiento; sin embargo, el común denominador siempre fue la represión, el intento de silenciar, invisibilizar y enterrar en la historia la lucha de siglos de las mujeres.

 

Actualmente se reconoce que existen diversos feminismos y la lucha aún no termina, pues por “sorprendente” que parezca, los estereotipos, estigmas y roles de género siguen dificultando el pleno acceso y goce de nuestros derechos; se culpabiliza a las mujeres víctimas de un delito por su forma de comportarse, vestir y ejercer su sexualidad (2015 caso Velásquez Paiz y otros Vs. Guatemala); se obstaculiza el acceso de la mujer a los servicios de salud para ejercer su autonomía reproductiva mediante la Fecundación In Vitro (2012 caso Artavia Murillo y otros Fecundación in vitro Vs. Costa Rica); se conceptualiza la procreación como consecuencia del amor de una pareja “formal” (2012 caso Fornerón e Hija vs. Argentina); la maternidad se liga directamente a la sexualidad y la concepción del modelo único de familia (2012 caso Atala Rifo y niñas vs. Chile), entre muchos otros.

 

E ahí, la importancia de la resistencia de las mujeres materializada en la construcción del conocimiento, que no se nos olviden, las causas sistemáticas, históricas y estructurales.

 

LAS MUJERES NUNCA FUIMOS EL “SEXO DÉBIL”, INTENTARON HACERNOS CREER QUE LO ÉRAMOS.

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de © Dog News 2024

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