En el calendario de la historia potosina, el Plan de San Luis no es solamente un documento, sino una promesa convertida en símbolo. Hoy, más de un siglo después, la LXIV Legislatura abre nuevamente un espacio para que ese espíritu encuentre resonancia en hombres y mujeres que, con su vida y obra, han dejado una huella en las mejores causas del pueblo mexicano. Así nace la convocatoria para otorgar la Presea al Mérito Plan de San Luis 2025, un galardón que busca no el brillo pasajero, sino la permanencia de la memoria cívica.
El diputado Luis Felipe Castro Barrón, presidente de la Comisión de Normatividad Legislativa y Prácticas Parlamentarias, explicó que la invitación está dirigida a toda la ciudadanía. El propósito es que sean los propios potosinos quienes propongan a aquella persona —ya sea en vida o recordada póstumamente— que, con actos cívicos, obra intelectual, política o social, se haya convertido en faro y ejemplo de servicio. No es, por tanto, un premio más, sino un reconocimiento que dialoga con la esencia misma de la historia regional.
La convocatoria estará abierta durante el mes de octubre, en un gesto que no solo obedece a plazos administrativos, sino que convoca a la reflexión sobre quiénes son los verdaderos artífices de la comunidad. Ya sea en físico, mediante un sobre cerrado en las oficinas del Congreso del Estado, o en digital, a través del correo oficial, se recibirán los expedientes de quienes, por mérito, se han ganado un lugar en la narrativa de lo colectivo.
Cada propuesta deberá ir acompañada de la historia de vida, un currículum y los documentos que sustenten los méritos. Más aún, se pide incluir la prueba del origen potosino, porque este galardón no es universal ni abstracto: tiene rostro, tierra y pertenencia. Es, en efecto, un homenaje que nace de la identidad compartida, que reconoce al individuo como hijo o hija de la misma raíz.
La Comisión revisará cada propuesta con cuidado para, posteriormente, plantear una terna que llegue a la Conferencia del Congreso. Será entonces el Pleno quien decida el nombre que gravitará en la memoria ciudadana bajo el amparo del Plan de San Luis. Un proceso solemne que traduce la historia en presente, y la política en homenaje.
Más que un trámite, esta convocatoria es un recordatorio de que la memoria no se archiva: se construye. Al abrir las puertas a la participación ciudadana, el Congreso no solo entrega un reconocimiento, sino que invita a todo un pueblo a detenerse un instante y reconocer a quienes, con su esfuerzo, han mantenido encendida la llama del servicio y la dignidad. En tiempos de olvido rápido, una presea como esta se erige como acto de resistencia cultural.









