La inteligencia artificial aprende a predecir el fuego de la Tierra

En un diálogo entre ciencia y naturaleza, un grupo de investigadores ha logrado lo que durante siglos pareció imposible: anticipar las erupciones volcánicas con la ayuda de la inteligencia artificial. La Universidad de Granada, en colaboración con científicos de México y otros países, ha desarrollado un procedimiento capaz de prever la furia de un volcán con al menos doce horas de antelación y confirmar su final en tan solo tres. Un logro que no solo marca un avance tecnológico, sino también un nuevo pacto entre el conocimiento humano y las fuerzas más impredecibles del planeta.

El método, probado con éxito en las erupciones del Tajogaite, en La Palma (2021), y el Volcán de Fuego de Colima (México), combina la inteligencia artificial con la Teoría de la Señal. En lugar de esperar el rugido de la tierra, los científicos escuchan sus susurros: pequeñas vibraciones, cambios en frecuencias y patrones sísmicos que revelan cuándo el magma se prepara para emerger. Es una ciencia de la anticipación, una lectura profunda de los temblores que preceden al caos.

La clave del sistema está en el análisis de tres parámetros sísmicos: la entropía de Shannon, el índice de frecuencia y la curtosis. La entropía mide el desorden, y su descenso anuncia el orden previo a la explosión; el índice de frecuencia detecta las variaciones en la energía del subsuelo; y la curtosis distingue los impulsos que señalan una actividad inminente. Juntos, estos factores componen una partitura invisible que la IA aprende a interpretar con precisión milimétrica.

El hallazgo no es solo teórico. En La Palma, el método logró anticipar la erupción con nueve horas de ventaja, un margen que en el mundo de la gestión de riesgos equivale a salvar cientos de vidas. Y cuando la furia del volcán se extinguió, la inteligencia artificial fue también quien confirmó su final: la entropía volvió a subir, el ruido volvió al azar y el silencio de la tierra habló con claridad.

En Colima, este sistema analizó una década completa de actividad volcánica, identificando con acierto las fases de crecimiento de domos de lava y los periodos de reposo. El resultado demuestra que el método no solo predice, sino que también aprende del pasado: convierte los temblores en memoria, y la memoria en prevención.

Para los investigadores, esta técnica marca un salto cualitativo en la protección civil. Una alerta temprana de doce horas permitiría activar evacuaciones ordenadas, reducir el impacto social y económico de las catástrofes y, sobre todo, ofrecer a las comunidades una certeza que hasta ahora pertenecía al terreno del mito. La ciencia, una vez más, aprende a escuchar el lenguaje secreto del planeta.

Compartir post:

RECIENTES