Empleo femenino alcanza su mayor crecimiento en cinco años

El mercado laboral mexicano vivió en octubre un momento excepcional: más de 906 mil mujeres se incorporaron a la población ocupada, el mayor avance en cinco años y un salto que llevó el total de trabajadoras activas a un máximo histórico de 25.2 millones. La cifra, recogida por la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, confirma un repunte sostenido tras dos meses de progresión constante, un fenómeno que ilustra cómo la recuperación económica también encuentra su pulso en la fuerza laboral femenina.

Este impulso no se observaba desde septiembre de 2020, cuando la reapertura posterior al confinamiento llevó a más de 913 mil mujeres a reintegrarse a la actividad económica. Desde entonces, sólo febrero de 2024 había mostrado un movimiento comparable, con 747 mil nuevas plazas femeninas. Con ello, octubre se perfila como un punto de inflexión que permite leer el avance no sólo en cifras, sino en términos de reconstrucción social y oportunidades emergentes.

Aun así, este crecimiento encuentra límites en la calidad del empleo generado. Una parte significativa del avance está sostenido por la informalidad, y aunque el 77.5% de las mujeres que se incorporaron lo hizo en puestos formales, la tasa de informalidad femenina permanece alta: 56.1%, ligeramente por encima del promedio nacional. Estas cifras revelan una economía que crece, pero no siempre bajo condiciones que garanticen estabilidad, seguridad social o continuidad en el tiempo.

El Instituto Mexicano para la Competitividad ha insistido en que la participación femenina no depende únicamente del mercado, sino de estructuras que definen la vida cotidiana. Las mujeres destinan, en promedio, el 62% de su tiempo semanal al trabajo no remunerado del hogar, frente al 26% de los hombres, un desequilibrio que reduce sus posibilidades de acceder a empleo formal, jornadas completas o posiciones mejor remuneradas. Son cargas invisibles que, sin embargo, moldean la economía nacional de manera profunda.

El desafío, subraya el organismo, es tan grande como su potencial: si México lograra elevar la participación económica de las mujeres del 46% actual al nivel promedio de la OCDE, sería necesario incorporar a 18.6 millones de trabajadoras adicionales, lo que podría incrementar el PIB en 6.9 billones de pesos hacia 2035. Para acercarse a ese horizonte, se propone fortalecer sistemas estatales de cuidado, ampliar los permisos de paternidad, apoyar la formalización de negocios liderados por mujeres y promover formación técnica que facilite una inserción laboral más rápida. Todo ello acompañado de políticas que combatan la violencia, la inseguridad y las normas que sostienen la desigualdad.

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