Por: Dr. Héctor Ramón Alonso Vázquez
Existen diferentes perspectivas de entender la política. Ya sea que esta se trate del plano local, nacional o internacional, esta siempre involucrará a aquellas actividades que regulen el conflicto entre grupos humanos. Y por tanto la disputa política está en el ¿cómo? Es decir, en qué conjunto de principios y actos se aplicarán para reconocer y abordar tales conflictos. Y es por esto, que hay más de una forma de poder comprender ¿en qué mundo político vivimos pleno 2025? Vamos a responder esta pregunta.
No cabe duda que el mundo actual es convulso. Pues tenemos una guerra europea prolongada que no se veía por lo menos desde la década de los noventa con el colapso Yugoslavo, entre Rusia y Ucrania que ya cumplió tres años seguidos desde el febrero pasado.
Además, en Estados Unidos, que presumía su hegemonía desde el colapso Soviético, tal imagen de “grandeza” fue puesta en duda y fracturó a su propia élite política, pues tras décadas de globalización y políticas económicas que no han frenado la acumulación desmedida del capital en unos cuantos, y a costa de millones de clases medias que se han empobrecido, y una clase propiamente obrera y de empleados de sectores de servicios que se han empobrecido aún más; el descontento social por la caída de los altos niveles de vida del pueblo estadounidense, facilitó la llegada del empresario Donald Trump al poder presidencial con el partido republicano, el cual recuperó luego de un impasse de cuatro años del demócrata Joe Biden.
Todo lo anterior quizá nos parezca ajeno desde nuestro México. Pero implica más que un pleito entre la élite política de ese país. Pues la segunda llegada de Trump al poder implica el abandono del enfoque idealista de la política internacional, y el retorno al un enfoque mucho más crudo y realista de la misma, me explico.
A grandes rasgos, el idealismo en política internacional es un enfoque que pretende conminar a los Estados, o países a la cooperación internacional, con base en valores, ética, leyes e instituciones que posibiliten la misma. No necesariamente en estricto, pero si a manera de patrón histórico, el enfoque idealista busca la promoción de la paz y dar cabida a la democracia para resolver los conflictos comunes. Este enfoque fue especialmente promovido entre las dos guerras mundiales hasta el arribo al poder del fascismo en Europa.
Por otra parte, el realismo en política internacional, es un enfoque donde prima el poder, el interés nacional y la seguridad, como los factores principales que motivan las conductas de los países en la política global. Así, desde el realismo político no sorprendería un comportamiento agresivo en la política exterior de un Estado fuerte contra otros más débiles para someterlos a su esfera de interés, o el franco estallido bélico entre las naciones.
Con lo anterior distinguido, es fácil explicar las actitudes bravuconas de Trump en el discurso y sobre todo en la aparente ruptura de los acuerdos del comercio internacional. Pues EUA al tener tantas contradicciones que devienen en conflictos domésticos, es decir internos, y no procesarlos bien con sus propias instituciones polarizadas entre dos partidos, refleja esa brutal inseguridad de su élite ante el exterior, inseguridad que a su vez busca compensar con amenazas de anexiones o invasiones (Canadá fue amenazado por lo primero y México por lo segundo si no ponía orden en materia de seguridad y narcotráfico), o de elevados aranceles comerciales so pretexto de cubrir déficits.
Trump representa con el “America first”, el retorno al realismo en la política internacional -al menos por parte de su gobierno-, y esto se constata, además de lo anterior, con el retiro del gobierno estadounidense de acuerdos muy importantes de cooperación internacional, en materia climática, y hasta de control de la no proliferación de armamento nuclear.
El punto central es que, en este mundo actual, en el cual EUA se aleja del idealismo y de esa idea de cooperar para construir consensos, que retomó Joe Biden, así fuera para plantar cara a Rusia, o la entonces reincorporación de EUA a los acuerdos climáticos. Trump encamina al mundo a un patrón de mayor tensión donde por ejemplo el desencuentro con China es evidente en materia comercial y podría arrastrar al mundo a una recesión, lo cual va a provocar conductas donde en los Estados agraviados se busque por igual la defensa de sus intereses nacionales y regionales.
Ante tal panorama ¿qué puede hacer México?, además, cabe decirlo, de su muy destacada negociación, impulsada desde el Gobierno y su gabinete económico, para frenar aranceles en el comercio en el marco del TMEC, pues México fue uno de los pocos países exentos a tales tarifas, al menos en parte de los sectores de exportación que cumplen con los estándares del TMEC.
Pues, primero, reconocer este cambio de aires hacia el realismo en la política global. Pues, aunque se auguren crisis, estas, a la usanza de la palabra china para expresar ese significado, también es una palabra que expresa “oportunidad”. Y por tanto varios ejes de política económica y exterior son cruciales.
El primero, es alentar el mercado interno, y esto se logra con el crecimiento sostenido de los salarios reales y de las condiciones físicas de inversión de la infraestructura nacional, como el compromiso de impulsar a toda costa la conectividad ferroviaria de pasajeros y mercancías. Al alentar esto, se debe encaminar el incremento al consumo y con este el de la producción nacional.
Un compromiso claro con la apertura comercial, sobre todo la que apunte hacia Asia, Europa, Brasil y Latinoamérica. Pues si EUA como hegemón sangrante cierra las puertas del libre comercio al mundo, México debe aprovechar su condición privilegiada en América del Norte (la geografía es otro factor importante de poder para el realismo internacional), para trabajar en acuerdos que permitan, no solo el comercio, sino la inversión estratégica en sectores de alta tecnología, los cuales generan buenos pagos y la posibilidad de transferencia tecnológica propia.
Una decidida, sostenida, e inflexible apuesta por la inversión en la educación, en todos los niveles, pero apuntando a superar el promedio de estudio del mexicano de 3ero de secundaria. Es decir, el gobierno tendría que ampliar la oferta y garantizar incentivos de estudio para millones de jóvenes y no tan jóvenes que buscan en esencia la movilidad social. Y para ello hay que tener como objetivo el incremento de estudio promedio de las y los mexicanos.
Un cambio efectivo en materia de seguridad pública, con políticas públicas coordinadas e integrales de reacción y prevención, construcción de paz, justicia y erradicación de la cultura de la sangre y violencia en el país. Pues no se puede permitir que el Estado mexicano se erosione en medio de un panorama global hostil. Y tal erosión se refleja en la alta tolerancia a la violencia y a la ilegalidad en el país, la cual contribuye a que los mercados ilegales crezcan más rápido que los legales y que son necesarios para afianzar cualquier propósito de bienestar.
Estas son ideas apenas, pero que parten de reconocer la condición global actual y los factores reales del poder, pues ahí donde los aires claman batallas, son nuestras riquezas nacionales: geografía, población, recursos naturales, grados de instrucción, salud pública, y defensa, los que con sumo cuidado pueden fortalecernos en medio de cualquier panorama global crítico.
Pues en medio del panorama adverso, el deber de nuestro interés nacional nos conmina a resolver de forma efectiva nuestras propias contradicciones. Nuestros propios problemas internos, para asegurar un México fuerte ante un mundo cada vez más convulso.

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de © Dog News 2024