El salario mínimo general tendrá un aumento del 13 por ciento a partir del 1 de enero de 2026. Con este ajuste, la remuneración básica quedará en 315.04 pesos diarios, una cifra que intenta responder al encarecimiento constante de la vida cotidiana y a las presiones sociales por un ingreso más digno.
En la zona libre de la frontera norte, el incremento será menor: un 5 por ciento que llevará el salario de 419.88 a 440.87 pesos diarios. Esa diferencia regional vuelve a exponer las tensiones económicas del país, donde las dinámicas industriales, comerciales y de competitividad suelen marcar ritmos distintos en la conversación laboral.
El nuevo salario mínimo general también revela una brecha mensual que continúa siendo tema de análisis. En 2026, quienes se rigen por este ingreso recibirán 9,582.47 pesos al mes, mientras que en la franja fronteriza la cifra ascenderá a 13,409.80 pesos. Aunque el aumento es significativo, persiste la pregunta sobre si estos montos podrán seguirle el paso a la inflación y al costo real de la canasta básica.
El anuncio llegó en un momento en que las discusiones sobre bienestar económico se han intensificado. Para muchos trabajadores, este incremento representa un alivio y un gesto de reconocimiento, pero también deja ver la distancia entre las políticas públicas y las necesidades diarias de millones de familias mexicanas.
Mientras se aproxima la entrada en vigor del ajuste, el país vuelve a colocarse frente a un espejo incómodo: el salario crece, pero también crecen los desafíos. La discusión apenas comienza, y con ella, la expectativa de que el aumento sea más que un número, y se convierta en una oportunidad real para mejorar la vida de quienes sostienen la economía del país.









