Egipto reveló los restos de una ciudad sumergida frente a la costa de Alejandría, un hallazgo arqueológico que ofrece nuevas piezas del rompecabezas de su historia. Entre los vestigios destacan edificios, tumbas, estanques para peces y un muelle, todos con más de dos mil años de antigüedad.
Los investigadores sitúan el hallazgo en la bahía de Abukir, donde alguna vez prosperó la ciudad de Canopo, un importante centro en la época ptolemaica y posteriormente del Imperio romano. Durante siglos, esta zona fue un enclave político, económico y religioso de gran relevancia, hasta que los terremotos y el aumento del nivel del mar provocaron su hundimiento junto con el puerto vecino de Heracleión.
La reciente exploración permitió rescatar estatuas monumentales, esfinges, un barco mercante y anclas de piedra, además de restos de una grúa portuaria ubicada junto a un muelle de 125 metros. Entre las piezas más notables se encuentra una escultura parcialmente conservada del faraón Ramsés II, lo que confirma la importancia cultural y simbólica del lugar.
Los arqueólogos también identificaron estructuras de piedra caliza que habrían funcionado como lugares de culto, viviendas y talleres, además de depósitos tallados en la roca para almacenar agua o criar peces. Sin embargo, las autoridades egipcias advierten que solo una parte de lo que yace bajo el mar puede recuperarse, pues gran parte permanecerá en el sitio como patrimonio subacuático.
El descubrimiento no solo revaloriza el pasado, sino que también enciende alertas sobre el presente: Alejandría enfrenta hoy la misma amenaza que borró a Canopo y Heracleión. La ciudad se hunde más de tres milímetros al año y, según estimaciones de la ONU, un tercio de su territorio podría quedar bajo el agua o ser inhabitable para el 2050 debido al cambio climático y el aumento del nivel del mar.
Este hallazgo, entonces, es también una advertencia: lo que el mar se llevó puede repetirse. La ciudad sumergida frente a Alejandría no es solo un vestigio arqueológico, sino un espejo de lo que podría ocurrir si el presente no enfrenta con decisión los desafíos ambientales del futuro.









