La gélida superficie de la pista se convirtió en un escenario donde México rompió paradigmas. Donovan Carrillo, el patinador que ha convertido el hielo en un lienzo de precisión y emoción, selló su pase a Milano-Cortina 2026 al terminar en el tercer lugar del Preolímpico celebrado en China. Con ello, Carrillo se une a una elite histórica: es apenas el segundo mexicano en clasificar a dos ediciones de estos Juegos, después de Ricardo Olavarrieta, cuya hazaña data de 1988-1992.
El joven de veinticinco años desplegó en Beijing una actuación que desbordó técnica y narrativa. Sus programas, corto y libre, sumaron un total de 222.22 puntos, una cifra que no solo refleja su dominio del deporte, sino la disciplina, el esfuerzo y la constancia que subyacen detrás de cada salto y cada giro. Al subir al podio para recibir la medalla de bronce, solo fue superado por el ruso Petr Gumennik y el surcoreano Hyungyeom Kim, lo que en términos deportivos lo coloca entre la élite mundial del patinaje artístico.
Pero la trascendencia de este logro va más allá de un podio. La clasificación de Carrillo refuerza la presencia de México en los Juegos de Invierno, sumando una quinta plaza que se integra a las ya obtenidas en skeleton, snowboard, esquí alpino y biatlón. Cada uno de estos logros individuales conforma un mosaico donde el deporte mexicano se afirma con determinación en disciplinas tradicionalmente dominadas por países con climas más fríos.
El acto de conquistar un lugar en los Juegos Olímpicos tiene un valor simbólico y tangible para los potosinos y para México en general. Representa la capacidad de superar barreras geográficas y culturales, la posibilidad de inspirar a nuevas generaciones y de demostrar que la excelencia no depende del entorno, sino del talento, la disciplina y la pasión. Cada salto de Carrillo es un recordatorio de que los sueños pueden materializarse incluso en las condiciones más inesperadas.
Carrillo, en su tercer lugar, también construye un puente entre historia y presente. Su ejemplo se convierte en un faro que ilumina la escena del deporte nacional, recordando que la perseverancia y la dedicación son capaces de abrir espacios que parecían reservados para otros. Más que un resultado numérico, es un testimonio de la constancia que define a quienes deciden desafiar la norma y plasmar su arte con audacia.
Mientras el mundo se prepara para Milano-Cortina 2026, Donovan Carrillo ya ha marcado un capítulo imborrable en la historia del deporte mexicano. Su clasificación no es solo un logro personal: es un impulso para la visibilidad del patinaje artístico y una invitación a creer que México puede brillar en cualquier escenario, sin importar el frío que lo rodea.









