El uso excesivo de teléfonos inteligentes altera el cerebro y el bienestar; especialistas sugieren estrategias para recuperar el control.
La dependencia al celular se ha convertido en un fenómeno global. Estudios recientes de neurociencia muestran que el uso constante de dispositivos móviles activa los mismos circuitos de recompensa que ciertas adicciones, generando ansiedad al separarse del teléfono y afectando concentración, sueño y relaciones personales.
Expertos recomiendan estrategias basadas en evidencia para reducir el tiempo frente a la pantalla. Entre ellas destacan: establecer horarios específicos para revisar el teléfono, desactivar notificaciones innecesarias, dejar el celular fuera del dormitorio y utilizar aplicaciones que monitoreen el uso diario. Además, sustituir el tiempo digital por actividades físicas, lectura o socialización presencial ayuda a reequilibrar la atención y el estado emocional.
La psicóloga Andrea Morales señala que el primer paso es tomar conciencia del patrón de uso y registrar cuántas horas se pasan frente al celular. “Solo al reconocer la magnitud del hábito se puede implementar un plan efectivo de desconexión gradual, evitando la ansiedad que provoca cortar de golpe la dependencia”, explica.
Los estudios también sugieren que la desconexión digital fortalece la memoria, mejora la calidad del sueño y reduce síntomas de estrés y depresión. En un mundo hiperconectado, aprender a poner límites con la tecnología no solo protege la salud mental, sino que permite reconectar con el entorno y con uno mismo.









