¿Cómo proteger a las y los estudiantes del calor en las escuelas?

En los meses más cálidos del año, cuando el sol parece querer derritir hasta el asfalto, la salud de nuestros niños en las escuelas se vuelve una prioridad ineludible. En San Luis Potosí, donde las temperaturas pueden superar fácilmente los 40 grados Celsius (en la Huasteca Potosina) durante la temporada de calor, proteger a la comunidad educativa es una tarea que va más allá del simple cuidado: es un compromiso de todos.

La Secretaría de Educación del Estado, en colaboración con los Servicios de Salud, ha fortalecido una serie de medidas preventivas diseñadas para evitar los riesgos asociados al calor extremo, como la deshidratación, golpes de calor y otros trastornos relacionados. Estas afecciones no son simples molestias; la deshidratación en niños puede afectar su rendimiento académico y su bienestar general, mientras que los golpes de calor pueden tener consecuencias graves si no se atienden a tiempo.

Entre las recomendaciones más importantes está la hidratación constante: se exhorta a que niños y jóvenes beban al menos dos litros de agua al día, incluso cuando no sientan sed, pues el organismo no siempre avisa cuando está empezando a perder líquidos esenciales. Por otro lado, se desalienta el consumo de bebidas azucaradas y con cafeína, que en realidad pueden aumentar la deshidratación y afectar la concentración.

Pero la protección no termina con el agua. Limitar la exposición directa al sol durante las horas más intensas —de 11:00 a 16:00 horas— es fundamental. Por eso, en muchas escuelas se ha reforzado el horario de actividades al aire libre, buscando evitar las horas pico de radiación. El uso de ropa ligera, colores claros, gorras, lentes con protección ultravioleta y protector solar son ahora parte del protocolo básico que protege a los estudiantes y docentes.

Estos esfuerzos se suman a campañas educativas para que tanto maestros como padres de familia estén atentos a los signos de alerta, promoviendo una cultura de prevención. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, la exposición prolongada a altas temperaturas sin la debida protección puede disminuir la capacidad cognitiva, una alerta especialmente importante en ambientes escolares.

En San Luis Potosí, más de 300 mil estudiantes están protegidos por estas acciones preventivas, una muestra clara del compromiso por un ambiente escolar seguro y saludable, que garantiza que el aprendizaje no se detenga, ni siquiera cuando el termómetro sube.

Así, cuando el calor aprieta, no solo es la sombra o el agua lo que cuida a nuestros niños: es la suma de esfuerzos, la educación y la responsabilidad compartida la que realmente marca la diferencia.

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