La visibilidad no es un gesto simbólico: es una herramienta poderosa para transformar realidades. El próximo sábado 21 de junio a las 19:00 h, el Parque Tangamanga I será sede de la Carrera Neón 2025: Luz en el espectro autista, un evento deportivo y social que busca generar conciencia sobre la importancia de un diagnóstico temprano del Trastorno del Espectro Autista (TEA), especialmente desde un enfoque con perspectiva de género. La iniciativa, impulsada por el diputado Luis Felipe Castro y respaldada por el Congreso del Estado de San Luis Potosí, se organiza en colaboración con la Comunidad Autista Libertad Cerebral, que también busca con este evento recaudar fondos para formalizar su registro como Asociación Civil.
El evento contempla dos rutas: una carrera competitiva de 3 kilómetros para mayores de 16 años, con categorías varonil y femenil, y una caminata familiar de 1 kilómetro orientada a la convivencia y la participación amplia. Ambas propuestas están diseñadas para ser inclusivas y accesibles. Además del acto deportivo, se invita a las personas asistentes a vestir ropa blanca o con mensajes sobre autismo, portar prendas color neón, encender lámparas durante el recorrido y llevar carteles con frases alusivas a la neurodiversidad. Se recomienda el uso de auriculares de cancelación de ruido para quienes lo requieran.
El diagnóstico del autismo sigue siendo tardío en muchos casos, sobre todo en mujeres, niñas y personas no binarias, debido a estereotipos de género que dificultan su identificación. Esta carrera busca poner ese tema en la conversación pública. No sólo promueve la inclusión, sino también la comprensión profunda del espectro, desmontando mitos y acercando la realidad de las personas autistas a quienes todavía no la conocen de cerca.
Mientras muchos imaginan el autismo como un conjunto de comportamientos visibles y estandarizados, en realidad se manifiesta de forma muy distinta en cada persona. En mujeres, por ejemplo, suele presentarse con estrategias de “camuflaje social” que retrasan o incluso impiden el diagnóstico. Esta invisibilidad social tiene un alto costo emocional. Por eso, iniciativas como esta carrera no solo convocan, también educan.
En un país donde la palabra “inclusión” muchas veces queda en el discurso, esta carrera pone los pies —literalmente— en el terreno. No es un acto de caridad, sino de justicia social. Correr o caminar ese día será una forma concreta de decir: todos merecen ser vistos, entendidos y respetados, tal como son. Porque una sociedad que se mueve junta, también avanza junta.









