Brilla estudiante potosino en Biología: gana oro y será parte de la Olimpiada Nacional en Oaxaca

Hay jóvenes que, con un microscopio en la mano y una curiosidad sin descanso, son capaces de mirar más allá de lo evidente. Abraham Cervantes Jasso, estudiante de la preparatoria Gabriel Turrubiartes Macías del Sistema Educativo Estatal Regular (SEER), es uno de ellos. Su nombre resonó entre los pasillos del conocimiento luego de conquistar la medalla de oro en la Olimpiada Estatal de Biología, organizada por la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

Detrás de su logro hay algo más que una competencia ganada: hay horas de estudio, disciplina y el impulso de entender los secretos de la vida misma. Abraham, con una pasión que desborda las aulas, representará ahora a San Luis Potosí en la XXXV Olimpiada Nacional de Biología, que tendrá lugar en Oaxaca los días 14 y 15 de noviembre. Su triunfo no es solo personal, sino una bandera que ondea por toda una generación de jóvenes potosinos que creen en la ciencia como camino de transformación.

El reconocimiento de su talento no pasó desapercibido. El Sistema Educativo Estatal Regular celebró con orgullo este resultado que, más que una medalla, simboliza la promesa de un futuro construido sobre la curiosidad, el esfuerzo y la excelencia. La educación, cuando se siembra con pasión, florece en logros como el de Abraham.

Para el director general del SEER, Martín Rodríguez Ramírez, este triunfo es reflejo de una visión educativa sin límites, impulsada por el gobernador Ricardo Gallardo Cardona, quien ha apostado por fortalecer la formación académica y científica de las y los estudiantes potosinos. Se trata, dijo, de abrir caminos que conecten la educación con el futuro, y de convertir a San Luis Potosí en un semillero de mentes brillantes.

La medalla de Abraham no solo brilla por su color dorado, sino por lo que representa: la certeza de que en las aulas potosinas hay jóvenes con la capacidad de competir al más alto nivel, guiados por docentes y programas que buscan encender la chispa del conocimiento. Es el resultado de una educación que no se conforma con enseñar, sino que inspira.

Mientras se prepara para la etapa nacional, Abraham lleva en su equipaje algo más que libros y apuntes: lleva el orgullo de una tierra que cree en su juventud, que la celebra y la impulsa a mirar más lejos. En cada molécula que observa, en cada célula que analiza, hay una historia que apenas comienza a escribirse, y que promete dejar huella en la ciencia mexicana.

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