Agua fría o caliente: ¿cuál es mejor para tu salud

Tomar una ducha diaria puede parecer un hábito sencillo, pero la temperatura del agua influye de manera directa en la salud física y mental. Especialistas señalan que tanto el agua fría como la caliente tienen beneficios específicos que conviene conocer para elegir la más adecuada según tus objetivos.

El agua caliente es ideal para relajar músculos, mejorar la circulación y aliviar tensiones después de un día de trabajo o ejercicio intenso. También contribuye a limpiar la piel en profundidad y puede ayudar a conciliar el sueño al relajar el sistema nervioso. Sin embargo, ducharse con agua muy caliente de manera frecuente puede resecar la piel, irritar el cuero cabelludo y causar sensación de cansancio.

Por su parte, las duchas con agua fría activan la circulación sanguínea, fortalecen el sistema inmunológico y pueden mejorar el estado de ánimo al liberar endorfinas. Además, se ha comprobado que ayudan a tonificar la piel y a reducir la inflamación muscular. No obstante, no se recomienda su uso en personas con problemas cardíacos o hipertensión, y puede resultar incómoda para quienes no toleran bien las bajas temperaturas.

En conclusión, elegir entre agua fría o caliente depende del momento del día y de las necesidades personales. Muchos expertos recomiendan alternar temperaturas: iniciar con agua caliente para relajar y terminar con un chorro frío para activar la circulación y refrescar el cuerpo. Así, se pueden aprovechar los beneficios de ambas sin comprometer la salud.

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