En el corazón de la temporada decembrina, cuando el aguinaldo llega a manos de millones de trabajadores mexicanos, surge una pregunta tan simple como decisiva: ¿cómo utilizarlo sin comprometer el bienestar financiero futuro? El doctor Leonardo David Tenorio Martínez, coordinador de la Licenciatura en Economía de la UASLP, advierte que planear antes de recibir este ingreso extraordinario es esencial para convertirlo en una herramienta de estabilidad y no en un motivo de estrés para enero.
La reflexión previa, afirma el académico, permite decidir con claridad si el dinero se destinará al gasto inmediato o a la inversión en el propio futuro. El aguinaldo no es un ingreso más; su carácter excepcional exige un uso consciente. “No todo en la vida es gastar”, subraya, recordando que la efervescencia económica de la temporada puede tentar a decisiones impulsivas que terminen en arrepentimiento financiero.
Para Tenorio Martínez, la clave radica en hacerse la pregunta central: “¿Cómo vamos a manejar este recurso extra?”. Analizar, calcular y establecer un plan racional antes de dejarse llevar por la ola consumista de fin de año puede marcar la diferencia entre un diciembre efímero y un enero sin sobresaltos. La lógica invita a pensar en ahorro y reducción de deudas como estrategias que generan tranquilidad y fortalecen la posición económica personal.
El ahorro, explica el economista, no es mera precaución sino inversión futura: permite adquirir bienes necesarios, enfrentar imprevistos y reducir compromisos financieros que generan intereses elevados. Asimismo, destinar parte del aguinaldo a liquidar deudas es un acto de inteligencia económica que optimiza recursos y evita pagos innecesarios a largo plazo. De esta manera, el dinero se transforma en un aliado, no en una carga.
Si bien la ley federal establece que el aguinaldo mínimo corresponde a 15 días de salario para quienes han laborado un año completo, Tenorio Martínez advierte sobre la cultura del consumo inmediato en México. Recordando a Keynes, enfatiza que aunque “a largo plazo todos estamos muertos”, planear y ahorrar es un acto de responsabilidad con uno mismo y con el futuro. Ahorrar, concluye, es construir seguridad y bienestar, un hábito que debe cultivarse año tras año.








