En un país donde la salud se sostiene tantas veces en silencios técnicos y decisiones discretas, San Luis Potosí logró abrirse paso con un reconocimiento significativo. La Comisión Estatal para la Protección contra Riesgos Sanitarios obtuvo el segundo lugar nacional en farmacovigilancia y tecnovigilancia 2025, un ascenso que no solo marca una mejora en cifras, sino una afirmación clara del compromiso institucional con la seguridad médica. Estos resultados revelan un trabajo que, aunque cotidiano, tiene impacto profundo en la vida de miles de pacientes.
El comisionado Javier Urbano explicó que la evaluación consideró labores que suelen ocurrir lejos de los reflectores: la notificación y análisis de reacciones adversas a medicamentos y vacunas, la supervisión constante de hospitales y comités, y la capacitación tanto de personal médico como de la ciudadanía. Son prácticas que, vistas de cerca, muestran la importancia de vigilar no solo lo que se administra, sino también los dispositivos que acompañan cada tratamiento.
Este entramado de actividades permite detectar riesgos con la precisión que exige la salud pública moderna. La farmacovigilancia —ese hábito riguroso de escuchar al cuerpo cuando algo no marcha bien— y la tecnovigilancia —la atención puesta en cada instrumento médico— funcionan como un sistema de alerta temprana que protege la integridad de las y los pacientes. En ese sentido, el avance de San Luis Potosí es también un recordatorio del valor de lo meticuloso.
Urbano destacó que este desempeño no es casualidad, sino parte del compromiso asumido por el gobernador Ricardo Gallardo Cardona y la Secretaría de Salud para fortalecer la seguridad sanitaria. En un contexto donde la confianza en los tratamientos depende cada vez más de la transparencia y la supervisión, la labor de la Comisión adquiere una relevancia que trasciende el ámbito técnico y se convierte en un asunto de bienestar colectivo.
Con este reconocimiento, San Luis Potosí reafirma que la salud pública también se construye desde la vigilancia silenciosa, desde la prevención minuciosa y desde la convicción de que cada medicamento y dispositivo debe ser, antes que nada, seguro. La entidad avanza, entonces, no solo en un ranking, sino hacia una cultura sanitaria más robusta y consciente.









