El canto antiguo del Hikuri vuelve a resonar

En el corazón institucional de San Luis Potosí comenzó a abrirse un espacio para escuchar con mayor atención las voces más antiguas del territorio. Como parte del convenio entre el Instituto de Desarrollo Humano y Social de los Pueblos y Comunidades Indígenas y el Colegio de San Luis, inició un proceso profundo de capacitación dirigido al personal del IndePi, a su Consejo Consultivo Indígena y a representantes de decenas de municipios. Esta primera etapa, dedicada al Marco Regulatorio del Peyote, buscó algo más que actualizar normativas: aspiró a comprender la raíz viva de una tradición que ha sobrevivido siglos.

La titular de la dependencia, Bernarda Reyes Hernández, recordó que esta ruta responde a la instrucción del gobernador Ricardo Gallardo Cardona de robustecer las capacidades del Estado para proteger aquello que no tiene sustituto: el patrimonio biocultural del pueblo wixárika. En su voz se asomó la certeza de que la defensa del Hikuri exige no solo leyes claras, sino una voluntad pública que entienda que la cultura es también territorio, memoria y futuro.

Más que un simple taller, el encuentro se convirtió en un puente entre el conocimiento académico y la sabiduría indígena. Quienes asistieron no solo revisaron lineamientos legales: comenzaron a explorar la historia de un cactus sagrado que ha sido brújula espiritual, archivo simbólico y vínculo con lo divino para generaciones wixaritari. Allí, en esa frontera entre lo técnico y lo humano, surgió la conciencia de que regular sin comprender es solo otra forma de extravío.

El proceso fue guiado por la investigadora Gabriela Buda Arango, quien desgranó los fundamentos necesarios para entender la relevancia cultural del peyote y el delicado entramado de disposiciones que regulan su uso tradicional. Su exposición permitió mirar el Hikuri no como un recurso, sino como un ser vivo dentro de un cosmos de significados.

Gracias a esta formación, el servicio público potosino avanza hacia una administración más sensible, respetuosa y preparada para proteger un legado que no pertenece únicamente al presente. Con cada sesión, se afianza la idea de que preservar el mundo wixárika es también preservar una parte esencial de la historia humana, esa que sigue susurrando desde el desierto.

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