El nuevo sello que quiere contar la historia productiva «Hecho en San Luis Potosí»

San Luis Potosí acaba de dar un paso que combina identidad, economía y narrativa: la creación del distintivo “Hecho en San Luis Potosí”. Una etiqueta sencilla en apariencia, pero con un trasfondo que apunta a transformar la forma en que se reconoce y se impulsa lo que nace de manos potosinas. La iniciativa fue promovida por el diputado Luis Emilio Rosas Montiel y por el Gobernador del Estado, Ricardo Gallardo Cardona, en una apuesta conjunta por fortalecer el desarrollo regional.

El sello toma inspiración del conocido “Hecho en México”, pero busca algo más íntimo: que al verlo en una estantería o en la etiqueta de un empaque, el consumidor entienda que detrás de ese artículo hay una familia potosina trabajando, apostando por su tierra y por su oficio. En tiempos donde lo global parece devorar lo local, esta marca intenta recordarnos que la identidad también se produce, se envasa y se lleva a casa.

La propuesta contempla criterios homologados para que las empresas potosinas puedan acceder más fácilmente a apoyos, capacitación y financiamiento. Pero la verdadera apuesta está en la competitividad: ordenar la cadena de valor mediante un atlas de proveedores locales que permita saber, sin rodeos, quién hace qué y en qué puede integrarse a nuevos proyectos industriales. Una especie de mapa productivo que haga visible lo que durante años ha estado disperso.

Si una empresa textil, automotriz o de cualquier otro sector llega al estado, ya no tendrá que navegar a ciegas. Podrá identificar a los proveedores potosinos que cumplen con el estándar y con los procesos para sumarse a cadenas globales. Es una fórmula aparentemente simple, pero que cambia la ecuación: de la invisibilidad a la oportunidad.

Uno de los objetivos más relevantes del sello es despertar el consumo interno. Que la ciudadanía mire hacia lo que se produce en su propio territorio, no por obligación, sino por convicción. La antítesis está a la vista: en un mundo que presume la inmediatez de lo importado, este sello invita a redescubrir el valor de lo cercano, lo cotidiano, lo que se fabrica a unos kilómetros de casa.

Más allá del impulso económico, hay un componente simbólico que pesa. En cada región del país, la identidad suele esconderse en los detalles: el sabor de un producto, la textura de un material, la técnica heredada. El sello “Hecho en San Luis Potosí” pone ese valor cultural en el centro, recordando que la productividad también es patrimonio.

Dato curioso: pocos estados han logrado consolidar un sello propio debido a la falta de criterios comunes; San Luis Potosí apuesta por un modelo distinto: identidad con estructura, tradición con estrategia y orgullo con certificación. Un híbrido moderno que podría marcar un precedente nacional.

Al final, este distintivo busca algo más profundo que una etiqueta: quiere ser un espejo del trabajo potosino, un impulso a su economía y una forma de narrar, con orgullo, que aquí también se produce con talento, con esfuerzo y con una identidad que no teme mostrarse.

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