Los mayas afinaron su tabla de eclipses durante siglos gracias a ajustes inteligentes

Durante siglos, los mayas observaron el cielo con un rigor que desborda la imaginación moderna. Recientemente, científicos han descubierto cómo lograron mantener la precisión de sus predicciones de eclipses solares por más de 700 años, valiéndose de un método que combinaba conocimiento astronómico y ajustes estratégicos. Lejos de comenzar cada tabla desde cero, superponían ciclos y reiniciaban las cuentas en puntos clave para corregir desviaciones acumuladas, logrando predicciones asombrosamente exactas durante generaciones.

El análisis del Códice de Dresde, uno de los manuscritos prehispánicos más valiosos, reveló que los mayas calculaban con precisión los eclipses al combinar el calendario lunar con su ritual tzolk’in de 260 días. Este sistema les permitía distribuir posibles eclipses en tablas de cientos de meses lunares, perfectamente alineadas con sus ciclos rituales y astronómicos.

Más allá de la matemática, los mayas desarrollaron un legado cultural: los “guardianes del tiempo” refinaban estas tablas generación tras generación, haciendo ajustes periódicos para preservar la funcionalidad y exactitud de sus predicciones. El reinicio de las tablas después de ciclos de 223 o 358 meses permitía mantener el error al mínimo, asegurando que los eclipses fueran predecibles incluso siglos después de haber registrado los primeros cálculos.

Este descubrimiento no solo demuestra la sofisticación técnica de los mayas, sino también su comprensión profunda del cosmos. Los eclipses no eran fenómenos temibles o caóticos, sino elementos de un tejido cósmico que integraban con sus ceremonias, calendarios y vida cotidiana.

El hallazgo resalta cómo una civilización sin tecnología moderna logró un dominio del tiempo y del cielo comparable al de astrónomos contemporáneos, mostrando que la observación paciente y el ingenio humano pueden construir precisión duradera.

La investigación invita a reflexionar sobre la relación de las culturas antiguas con el universo y cómo su visión del mundo, basada en ciclos y observación meticulosa, sigue sorprendiendo a la ciencia moderna.

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