Hay días que nacen de la tierra, y el 21 de marzo —ahora Día Nacional de la Orquídea— es uno de ellos. El Senado de la República aprobó la iniciativa del senador Néstor Camarillo Medina para consagrar una fecha que rinde homenaje a la orquídea: una flor que no solo encarna la belleza natural de México, sino también su riqueza biológica, cultural y económica. La declaración busca más que celebrar una planta; pretende sembrar conciencia ambiental, fortalecer el desarrollo de comunidades rurales productoras y dar nuevo impulso al ecoturismo nacional.
La idea germinó en un rincón verde del país: el Museo de la Orquídea Dr. Isaías Contreras Juárez, en el Pueblo Mágico de Coatepec, Veracruz. Desde sus invernaderos nació el sueño de dedicar un día a esta especie emblemática. Óscar Espino Contreras, su entonces director, inició en 2024 las gestiones con el apoyo del senador Ernesto Pérez Astorga. Años después, junto a Sarahí Valdivia Espinoza, retomaron el proyecto con la firme convicción de que una flor también puede ser símbolo de nación.
El esfuerzo floreció en el Senado con el respaldo del legislador Néstor Camarillo Medina y de voces diversas como Mely Romero Celis, Susana Harp, Beatriz Mojica, Miguel Pavel y Carlos Lomelí, quienes coincidieron en el valor histórico y ambiental de la iniciativa. No fue una victoria aislada: decenas de organizaciones sumaron sus raíces a la causa, entre ellas la Fundación Pedro y Elena Hernández, la Federación Mexicana de Orquideología y el Club Orquídeas de Tampico, uniendo ciencia, arte y comunidad bajo el mismo propósito: preservar la vida en sus formas más delicadas.
Con la aprobación del decreto, México reconoce oficialmente a la orquídea como símbolo vivo de su biodiversidad. “En México se logran vender más de 10 millones de plantas al año”, señaló el senador Camarillo, destacando que detrás de cada una hay familias, oficios y territorios que pueden prosperar con su cultivo responsable. La flor, antes admirada por su estética, se convierte ahora en fuente de desarrollo y en puente entre belleza y bienestar.
El Jardín Escultórico Edward James, Las Pozas, en Xilitla, celebró la declaración junto a la Fundación Pedro y Elena Hernández, reafirmando su compromiso con la conservación y divulgación de la orquideoflora mexicana. En ese paisaje surrealista donde la piedra y la selva dialogan, se promueven programas de educación ambiental, colecciones vivas y rutas de interpretación que revelan el misterio de estas flores que crecen, muchas veces, suspendidas en el aire.
Allí, entre esculturas cubiertas de musgo y orquídeas que se aferran a los árboles, la Fundación impulsa proyectos que van del cultivo sustentable de la vainilla en Veracruz al Orquideario Marina Llamazares, en Xilitla, donde 22 especies —tres de ellas protegidas— florecen bajo un plan de manejo sustentable. El Museo de la Orquídea Dr. Isaías Contreras Juárez y la Federación Mexicana de Orquideología celebran también este logro histórico. Porque al declarar un Día Nacional de la Orquídea, México no solo protege una flor: honra la fragilidad y la fuerza de la vida misma.









