En un país donde el sabor es historia y cada platillo cuenta un linaje, el diputado federal Emiliano Álvarez propuso ante la Cámara de Diputados instituir el 27 de noviembre como el Día Nacional de las Cocineras y Cocineros Tradicionales de México, una fecha para rendir homenaje a quienes han mantenido encendida la llama del fogón ancestral.
La iniciativa busca que el Poder Ejecutivo Federal promueva campañas de difusión y reconocimiento a través de las Secretarías de Cultura, Turismo y Educación Pública, con el fin de visibilizar y preservar la riqueza culinaria del país. Álvarez subrayó que la cocina tradicional mexicana no solo alimenta cuerpos, sino también la memoria colectiva, al ser un tejido vivo de historia, comunidad y resistencia cultural.
El legislador recordó que detrás de cada mole, tamal o tortilla hay siglos de conocimiento transmitido entre generaciones, y que las cocineras y cocineros tradicionales son “guardianes del alma gastronómica de México”. Su trabajo, dijo, simboliza no solo creatividad y sabor, sino también sostenibilidad, identidad y cohesión social.
Sin embargo, Álvarez advirtió que este sector enfrenta condiciones precarias y una falta de reconocimiento institucional que les impide acceder a derechos básicos como seguridad social o apoyos económicos. De ahí la necesidad de políticas públicas que dignifiquen su labor, protejan su saber y fortalezcan su papel como pilares del patrimonio cultural vivo de la nación.
El diputado evocó también el reconocimiento internacional otorgado en 2010, cuando la UNESCO inscribió la cocina tradicional mexicana como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, pero lamentó que este galardón no se haya traducido en un reconocimiento formal a las personas que lo sostienen día a día con sus manos y su herencia.
La propuesta —turnada a la Comisión de Gobernación y Población para su análisis— plantea además un simbolismo mayor: el 27 de noviembre coincide con el Día Nacional de la Conservación, recordando que sin biodiversidad no habría ingredientes, y sin cocineras ni cocineros tradicionales, esos sabores perderían su voz cultural.









