El Museo Federico Silva se transformó en un espacio de reflexión y humanidad los días 30 y 31 de octubre, durante el Simposio “Abordajes Interdisciplinarios en Discapacidad”, una iniciativa organizada por Sofía Vargas, cuyo trabajo articuló especialistas, público general y personas con discapacidad en torno a un mismo eje: construir una sociedad más empática, inclusiva y consciente.
Vargas, reconocida por su labor en proyectos sociales y educativos, destacó por su impecable coordinación y visión integral. Bajo su liderazgo, el encuentro no solo reunió voces de distintas disciplinas, sino que logró lo esencial: que todas fueran escuchadas en igualdad. El diálogo interdisciplinario cobró vida en cada intervención, generando un mosaico de saberes sobre derechos humanos, experiencias de vida y perspectivas culturales.
Durante las jornadas se abordaron temas esenciales para el presente y el futuro de la inclusión. José Alfonso Castillo Cabral presentó un análisis sobre el marco jurídico que aún debe fortalecerse para garantizar una sociedad más justa. Leonardo Ernesto Marqués Mireles ofreció una visión antropológica que invitó a repensar la discapacidad no como una condición, sino como una forma de existencia con valor propio. Cada ponencia, más que una exposición académica, fue una invitación al cambio.
Uno de los momentos más emotivos fue una dinámica sensorial en la que los asistentes caminaron con los ojos vendados para experimentar los retos cotidianos de las personas con discapacidad visual. Un participante describió la experiencia como “un acto profundamente humano”, destacando la sensación de confianza al sentir una mano que guía y no suelta: una metáfora viviente del acompañamiento y la empatía que tanto necesitamos como sociedad.
Entre los testimonios más inspiradores destacó Claudia González, quien compartió su experiencia de aceptación y fortaleza ante la discapacidad visual. Su frase, “La discapacidad te impulsa, no te achica”, resonó con fuerza en el auditorio. Esa afirmación se entrelazó con el eco filosófico de Marco Aurelio: “Lo que se interpone en el camino, se transforma en el camino”. Dos visiones separadas por siglos, pero unidas por una misma certeza: los límites son, en realidad, el punto de partida para el crecimiento.
El simposio fue también un recordatorio de que la inclusión no es una concesión, sino una convicción. Sofía Vargas lo demostró al generar un espacio donde la teoría y la empatía se dieron la mano, y donde las diferencias dejaron de ser obstáculo para volverse encuentro.
Como dato curioso, varios asistentes coincidieron en que el Museo —con su arquitectura y esculturas— amplificó el simbolismo del evento. Las formas fragmentadas y al mismo tiempo armónicas del arte de Federico Silva se convirtieron en un espejo de lo que ahí se discutía: la belleza de la diversidad humana.
El mensaje final del encuentro fue claro: asistir, escuchar y dialogar son actos de inclusión. La discapacidad no limita; revela. Y gracias a la organización de Sofía Vargas, San Luis Potosí dio un paso más hacia una sociedad donde las diferencias no se toleran, se celebran.












