El agua, ese hilo vital que atraviesa la historia de San Luis Potosí, se prepara para recorrer un nuevo cauce. La Comisión Estatal del Agua (CEA), siguiendo instrucciones del gobernador Ricardo Gallardo Cardona, concluyó el diseño de un acueducto de siete kilómetros que conectará la presa Gonzalo N. Santos “El Peaje” con la presa San José, una de las arterias hidráulicas más importantes de la capital. La obra proyecta iniciar en noviembre, marcando un paso decisivo hacia la eficiencia y la seguridad hídrica.
Este proyecto no es un simple canal de agua; es el resultado de una estrategia integral que busca reducir pérdidas por evaporación y filtraciones, asegurando que cada gota alcance su destino con propósito y orden. Al transportar directamente el recurso hídrico, el acueducto promete garantizar un flujo constante hacia la presa San José, reforzando la disponibilidad de agua potable para millones de potosinos.
El recorrido de este acueducto, aunque tangible en kilómetros, es también un trayecto de previsión y técnica. El personal técnico de la CEA inspeccionó meticulosamente el terreno, analizando cada curva y elevación, para definir los puntos estratégicos de construcción y asegurar que la obra se ejecute con los más altos estándares de calidad. Cada decisión refleja una conciencia histórica: el agua como patrimonio que merece planificación y respeto.
Más allá de la ingeniería, esta obra simboliza un compromiso con la resiliencia urbana y la sostenibilidad. En un contexto donde la demanda de agua crece junto con la ciudad, garantizar el abastecimiento se convierte en un acto de responsabilidad hacia las futuras generaciones. No se trata solo de tubos y bombeo, sino de la continuidad de la vida misma en San Luis Potosí.
El acueducto también representa la posibilidad de innovar en la gestión hídrica, optimizando el manejo de recursos y reduciendo pérdidas que hasta ahora escapaban al control humano. La eficiencia no es solo técnica, sino ética: cada gota que se conserva es una victoria contra la escasez y un paso hacia una ciudad más equitativa.
En definitiva, esta intervención marca un capítulo en la historia de San Luis Potosí, donde la planificación y la visión se cruzan con la necesidad vital de agua. Lo que comienza como un proyecto de siete kilómetros promete ser un legado duradero, recordando que la infraestructura, bien pensada, puede transformar la vida cotidiana y la historia de una ciudad.









