Zapatos medievales y secretos de buitres: un hallazgo que atraviesa siglos

En los acantilados del sur de España, un hallazgo inesperado ha abierto una ventana directa a la Edad Media. Investigadores descubrieron un zapato de 750 años y más de doscientos objetos humanos escondidos en antiguos nidos de buitres barbudos, aves que curiosamente acumularon estos fragmentos para sus hogares. Entre las piezas destaca una sandalia trenzada con ramas y hierbas, conservada gracias a las condiciones frías y secas de la cueva que funcionaron como un preservante natural.

El proyecto, encabezado por el biólogo Antoni Margalida del Instituto Pirenaico de Ecología, se extendió entre 2008 y 2014, cuando el equipo descendió por escarpados acantilados para inspeccionar una docena de nidos de quebrantahuesos. Cada nido se convirtió en un verdadero museo de historia natural, acumulando objetos traídos por generaciones de estas majestuosas aves.

El análisis posterior reveló más de 200 artefactos de origen humano, muchos datando de la Edad Media. Las pruebas de carbono-14 confirmaron la antigüedad del zapato, mientras que otros hallazgos incluyeron una honda de esparto, una saeta de ballesta, fragmentos de cestería de más de 225 años y un trozo de cuero de oveja pintado con ocre rojo, también con más de siete siglos de historia.

Este descubrimiento no solo ofrece una visión de la vida cotidiana medieval, sino también de la interacción inesperada entre humanos y fauna, donde los buitres se convierten en guardianes involuntarios de la memoria histórica. Cada objeto recuperado revela los materiales, técnicas y gustos de sus antiguos dueños, preservando historias que de otro modo habrían desaparecido.

Margalida describió la experiencia como un viaje a través del tiempo: “Cada nido era como excavar en un museo que el viento y la altura habían protegido durante siglos”. La combinación de arqueología y biología permitió que los investigadores descifraran estos secretos naturales, conectando ecosistemas con historia humana.

El hallazgo subraya cómo la naturaleza puede custodiar vestigios del pasado de manera insólita y magistral. Estos objetos, ahora rescatados del olvido, permiten reconstruir fragmentos de un mundo medieval suspendido entre el cielo y los acantilados, donde la historia y la vida salvaje se entrelazan de manera inesperada.

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