En su primer informe de gobierno, la presidenta Claudia Sheinbaum subrayó que la Cuarta Transformación (4T) no debe entenderse únicamente como un proyecto económico o político, sino como un proyecto de dignidad. Con esta definición, colocó en el centro de su discurso a los pueblos indígenas de México, históricamente relegados en la toma de decisiones nacionales.
Sheinbaum afirmó con énfasis que “no puede haber justicia si no saldamos la deuda con los pueblos indígenas”, insistiendo en que la identidad nacional se encuentra incompleta mientras no se dé a las comunidades originarias el lugar que merecen en la construcción del país. La 4T, sostuvo, debe tener como columna vertebral el reconocimiento pleno de esa raíz.
La mandataria explicó que este enfoque busca traducirse en políticas públicas inclusivas y programas que garanticen derechos, cultura y desarrollo económico para las comunidades indígenas. En su visión, no se trata de un acto de asistencia, sino de un ejercicio de justicia histórica que permitirá avanzar hacia una sociedad más equitativa y cohesionada.
Un dato significativo que subrayaron algunos especialistas tras el discurso es que este énfasis recuerda, en parte, a los ideales de Benito Juárez, quien colocó en la vida pública a un México indígena que hasta entonces había sido invisibilizado. Hoy, en pleno siglo XXI, se reactiva la misma discusión: ¿cómo transformar un país si se deja de lado a quienes representan sus cimientos culturales más antiguos?
La presidenta también insistió en que el reconocimiento a los pueblos originarios no es solo una responsabilidad ética, sino un requisito indispensable para consolidar la cohesión nacional. “El rostro indígena de México debe ser reconocido no como pasado, sino como presente y futuro”, señaló, en una declaración que busca reubicar el debate más allá de la nostalgia y hacia la acción política concreta.
Así, el primer informe de Sheinbaum no solo ofreció un balance administrativo, sino que envió un mensaje político con carga simbólica: la 4T, en su narrativa, se plantea como un movimiento que no se explica sin la voz indígena, sin su cultura y sin su dignidad como protagonistas de la historia nacional.









