Pocas noticias provocan tal estallido de entusiasmo nacional como el regreso de Sergio “Checo” Pérez a la Fórmula 1. Y esta vez, el rugido de los motores viene con acento americano. El piloto tapatío tiene ya marcada en el calendario su nueva etapa con la escudería Cadillac: el Gran Premio de Australia 2026, del 6 al 8 de marzo, será el escenario de su esperado regreso a las pistas, ahora bajo los colores de una marca legendaria que busca consolidar su lugar en la élite del automovilismo mundial.
Pero antes de tomar la curva en Melbourne, “Checo” tendrá que domar su nuevo monoplaza en tres pruebas cruciales de pretemporada. Del 26 al 30 de enero, la primera cita será en Barcelona, donde el clima frío y los circuitos técnicos pondrán a prueba la máquina (y al piloto). Luego vendrán dos sesiones en tierra caliente: del 11 al 13 de febrero en Bahréin, y del 18 al 20 en Sakhir. Tres momentos clave donde se ajustan alerones, estrategias y, sobre todo, expectativas.
La gran cita emocional, sin embargo, llegará meses más tarde: el México GP 2026, del 30 de octubre al 1 de noviembre en el Autódromo Hermanos Rodríguez. Será la primera vez que “Checo” corra en casa con Cadillac, tras cerrar su ciclo con Red Bull en 2024. Si los astros del motor se alinean, ese fin de semana podría convertirse en uno de los episodios más memorables de su carrera. No se trata solo de correr: se trata de volver al origen, ahora como leyenda viva.
Un dato curioso y lleno de simbolismo: Cadillac, la marca con la que Pérez volverá a la F1, tiene más de un siglo de historia y es sinónimo de lujo estadounidense. Sin embargo, en esta nueva era, busca romper la etiqueta clásica y reinventarse en el mundo de la velocidad pura. Para ello, ha elegido a un piloto que también ha sabido reinventarse carrera tras carrera. El matrimonio entre la elegancia del diseño y la tenacidad mexicana no puede sino generar altas expectativas.









