Senderos de Identidad: Caminos Artesanales que Conectan México

En el corazón de México, donde las montañas y los valles guardan siglos de historias y tradiciones, el gobierno ha decidido tender puentes de tierra y piedra que acerquen a las comunidades indígenas al mundo que las rodea. La construcción de 432 kilómetros de caminos artesanales en 11 estados es más que un proyecto de infraestructura: es un acto de reconocimiento y justicia social, un esfuerzo por acortar distancias físicas y simbólicas entre la marginación y la oportunidad. Cada kilómetro pavimentado se perfila como un hilo que entrelaza identidades, culturas y destinos.

Impulsado por la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum y coordinado por la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes junto con el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, el programa prioriza la participación de la mano de obra local y la igualdad de género. Mujeres y hombres de estas comunidades son parte activa de la transformación, construyendo no solo caminos, sino también una nueva narrativa de autonomía y desarrollo económico regional. La obra se concibe, así, como un puente hacia la dignidad y la inclusión.

La estrategia, que prevé pavimentar 2 mil 232 kilómetros entre 2025 y 2030 con una inversión de 15 mil 500 millones de pesos, abarca territorios tan diversos como Guerrero, Oaxaca, Durango, Chiapas, Nayarit, Sonora, Jalisco, Veracruz, Puebla, Colima y Zacatecas. Cada ruta se planifica con atención a la geografía, respetando los ecosistemas y los modos de vida tradicionales. La construcción de estos caminos no busca solo unir puntos en el mapa, sino fortalecer los lazos de comunidad y permitir el acceso a educación, salud y comercio en zonas históricamente aisladas.

Entre los datos más fascinantes de este programa está la recuperación de técnicas constructivas ancestrales. Los caminos artesanales emplean rellenos de tierra apisonada, taludes de piedra y, en algunos tramos, puentes de madera que muestran la sabiduría acumulada por generaciones. Así, cada kilómetro es un laboratorio vivo donde el conocimiento tradicional y la innovación contemporánea se encuentran, recordándonos que el progreso no siempre necesita borrar la historia: a veces, la historia misma es el camino.

Este proyecto demuestra que la infraestructura puede ser también un acto de humanidad: conectar comunidades, generar empleo y abrir puertas a nuevas oportunidades sin perder la memoria cultural. Los caminos artesanales de México son más que rutas: son símbolos de resistencia, creatividad y esperanza para quienes recorren cada sendero.

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