En un avance que parecía reservado a la ciencia ficción, investigadores de la Universidad Northwestern lograron teletransportar información cuántica a través de un cable de fibra óptica que ya estaba siendo utilizado para tráfico de internet convencional. El experimento, publicado el 20 de diciembre de 2024 en la revista Optica, marca un hito sin precedentes: por primera vez, lo cuántico y lo clásico han convivido exitosamente en la misma infraestructura, sin interferencias significativas.
La proeza fue encabezada por el físico Prem Kumar, director del Centro de Comunicación y Computación Fotónica de la universidad, quien no ocultó su asombro: “Esto es increíblemente emocionante porque nadie pensaba que fuese posible”. Lo que ha conseguido su equipo va mucho más allá de un truco de laboratorio: han logrado entrelazar fotones y enviar su información cuántica sin que esta viaje realmente, sino haciendo que se replique al instante en otro punto remoto del cable, todo en medio del flujo de hasta 400 gigabits por segundo de datos comunes, como los que usamos para ver películas o mandar correos.
Para entender este logro hay que aclarar qué es la teletransportación cuántica. No se trata de mover materia, sino de transferir el estado cuántico de una partícula —su información más esencial— a otra, gracias a un fenómeno conocido como entrelazamiento. Es como si dos fotones compartieran una conciencia gemela: lo que ocurre en uno se refleja en el otro al instante, sin importar la distancia entre ellos.
Lo verdaderamente asombroso del experimento es que los fotones cuánticos encontraron una “frecuencia tranquila” dentro del cable óptico donde podían viajar sin que el ruido del internet convencional los corrompiera. “Estudiamos cómo se dispersa la luz en la fibra óptica y colocamos nuestros fotones en una longitud de onda donde esa dispersión se minimiza”, explicó Kumar. Gracias a filtros de precisión y puntos de medición estratégicos, se logró una comunicación cuántica sin que el tráfico digital afectara la fidelidad del experimento.
Carlos Sabín, físico teórico e investigador Ramón y Cajal de la Universidad Autónoma de Madrid, considera que la relevancia del hallazgo radica en su viabilidad práctica. “Se ha demostrado que los fotones cuánticos pueden coexistir con los tradicionales en la misma red sin que el margen de error aumente significativamente. Eso es muy prometedor”, afirmó. Con un margen de error de apenas 10 %, similar al de entornos controlados, el camino hacia una red cuántica compartida se vislumbra más corto de lo que imaginábamos.
Las implicaciones van más allá del laboratorio: esta tecnología podría permitir que una futura internet cuántica no necesite una red exclusiva, sino que funcione sobre la infraestructura actual. Ello abriría la puerta a aplicaciones como criptografía inviolable, sincronización ultra precisa de relojes atómicos o supercomputación en red.
Eso sí, el camino apenas comienza. El equipo de Northwestern se prepara para probar la tecnología en cables subterráneos, más expuestos a condiciones reales, y para explorar nuevos protocolos de entrelazamiento. Como toda sinfonía revolucionaria, esto es solo el preludio.
Lo cierto es que la teletransportación cuántica ya no vive en novelas o películas. Se está ensayando, en tiempo real, sobre los mismos cables que usamos para enviar memes y revisar nuestros correos. Y aunque aún no podamos movernos como en Star Trek, la revolución silenciosa del internet cuántico ya está en marcha.









