Por: Dr. Héctor Ramón Alonso Vázquez.
Hace cerca de un mes, los días 13, 20 y 21 de junio de 2025, la Fuerza Aérea de Israel, atacó Irán sobre objetivos materiales y humanos, que acorde a la inteligencia de ese país y de los Estados Unidos, servían para desarrollar un programa nuclear con propósitos bélicos. Seguido de la campaña aérea militar Israelí, el día 22 de junio del mismo año, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos de América, atacó tres instalaciones nucleares iraníes subterráneas empleando bombas especiales de más de una tonelada.
Los ataques fueron tan sorpresivos y –en términos de fuego lanzado–, tan impresionantes que el mundo esperó una escalada segura que lo acercara más a una tercera guerra mundial, sumando el conflicto Irán/Israel al de Ucrania/Rusia que ya supera los tres años.
Irán, condenó, con justa razón, los ataques y la total vulneración de su soberanía, acusó a los EUA y a Israel de querer exterminarla, cosa de la cual Israel también se queja contra Irán, y con esas relaciones internacionales tan tensas y complicadas Irán justificó en cierta medida el desarrollo de su programa nuclear para defenderse, y esto último, es lo que EUA, encabezado por Donald Trump, e Israel encabezado por Benjamín Netanyahu, consideran inaceptable y por ello justificaron su agresión militar.
Ahora bien, lo anterior es una muestra total de realismo político internacional. Pues EUA e Israel persiguen sus intereses, pero no menos de lo que hace Irán. Y si la vara con la que se mide es severa, lo único que podemos esperar son tensiones entre la mayoría de los Estados. Por otro lado, si los discursos políticos en América, Europa y Asia, expresan abierto odio y sugieren el aniquilar a ciertos grupos humanos, la respuesta lógica de las élites desde el realismo político, es recurrir al armamentismo y a la defensa pues buscarán el suficiente nivel de disuasión –siendo el nivel máximo la posesión del arma nuclear–, para que quien piense aniquilar a su enemigo, lo piense bien, antes de apretar el botón nuclear.
Todo lo anterior se reflejó ineludiblemente en redes sociales donde hubo por igual una escalada de memes vacilando, o incluso bromeando con la posibilidad de la tercera guerra mundial. Y entre ellos hubo uno que llamaba la atención, pues se limitaba a una sola frase, impactante, sobria, pero muy clara, que decía: “Tan cerca de la tercera guerra mundial, tan lejos de tener casa propia.”
Esta frase es lapidaria. Pues tenemos que hablar de sus implicaciones y de su contexto. Por el lado de las implicaciones, se denota un mundo hostil, donde los líderes políticos, cada vez más, llegan a gobernar sosteniendo y justificando discursos y plataformas políticas basadas en la irracionalidad. Pero, sobre todo, en sentimientos como el odio o el llamado a la violencia contra otros seres humanos, por su condición de raza, género, o tildándoles de plano como amenazas a la identidad nacional o local. Otros, en vez de actuar contra las brutales condiciones de desigualdad social de sus sociedades, alegan que las amenazas a la seguridad interior o exterior, son hecho suficiente como para exterminarlas con toda la fuerza y sin mínimas contemplaciones o incluso, sin mínima contemplación por los Derechos Humanos. Conforman gobiernos inhumanos, reaccionarios y contra-revolucionarios, por anti-fraternos y autoritarios.
Como consecuencia, el hartazgo social por muchas necesidades inatendidas, canaliza esa frustración hacia esas ofertas de odio político, y peor aún, las dota del poder de gobernar cuando la gente les “delega” el poder de mando, aun a pesar de que -eventualmente- aplastarán sus derechos a la disidencia y a la participación. El resultado, llegan líderes insensibles que solo buscan sus intereses y minan los esfuerzos de cooperación y coordinación social, tan necesarios para resolver los problemas que realmente hartan y frustran a millones de personas a lo largo y ancho del mundo.
Gente con abiertos discursos de odio, como Trump o Netanyahu o empresarios como Elon Musk, y en nuestra América Latina otros tantos políticos y empresarios que encabezan algunos gobiernos o asociaciones reaccionarias y ultra-conservadoras. Son -en su mayoría- personas que nacieron en familias acomodadas, y que, por ende, jamás sufrieron carencias como el hambre o la falta de techo, o el acoso social de energúmenos. Y, al contrario, tuvieron oportunidades de buena vida garantizada, por lo cual, lo peor es que cuando toman el poder clamen y ejecuten políticas de maltrato, expulsión, y hasta de exterminio militar de otros seres humanos, que jamás vieron y muy tristemente, quizá, nunca vivirán la comodidad que para tales personajes estuvo garantizada desde la infancia. A esa gente se les empodera y construyen como resultado, un mundo cada vez más injusto, inhumano y violento.
Ahora bien, volviendo a la frase comentada: “más cerca de una tercera guerra, y más lejos de tener casa propia”, palabras más, palabras menos, el contexto no cambia. Pues se refleja una crisis en el que el problema de la falta de vivienda digna y accesible, no ha sido tomado en cuenta como un problema público serio, pues, al contrario, algunos de los que toman decisiones, simplemente dejan la responsabilidad de la provisión de vivienda en manos de un mercado deficiente, con proveedores financieros, constructores, e inmobiliarios abusivos y desregulados.
Para muestra los datos: los jóvenes conocidos como “milenials”, en concreto generaciones que nacimos desde la década de los ochenta hasta fines de los noventa, enfrentamos esta crisis derivada de los altos y exponenciales precios de la vivienda. Pues al menos en México en la década de los setenta, el comprar una casa tomaba al menos 3 años de trabajo, es decir, los salarios diarios reales crecían por encima de la inflación en este sector. Mientras que, en la actualidad, al menos desde el año 2023, si se considera un precio promedio de 1.6 millones de pesos por vivienda, y un salario mínimo de 207 pesos diarios, la compra requeriría al menos de 21 años de trabajo. Asumiendo claro, que se cuenta con un trabajo con base y prestaciones sociales aseguradas y no se vive al día, pues alguien en informalidad laboral podría incluso cuadriplicar el tiempo de pago de esa hipotética casa carísima.
Así, estos 21 años de pago de nuestra época actual, contra esos 3 del pasado, solo reflejan la abdicación pública ante este problema legado y la abdicación estatal por invertir en proyectos masivos de vivienda digna para las familias trabajadoras. Por lo cual se celebra y se anima desde este espacio, todo esfuerzo público nacional y local por reivindicar el rumbo para una vivienda digna para todas y todos.
Ahora bien, México no es la excepción en esta tendencia pues el problema es global, pues si seguimos observando la comparación con los salarios y el precio ofertado de la vivienda vemos a todas luces un dato duro, pues este también se replica en los EUA. Ya que hace justo cuarenta años, en 1985, el salario promedio de los adultos-jóvenes de la época, los conocidos como “baby boomers”, es decir todos aquellos nacidos luego de la Segunda Guerra Mundial y hasta fines de los cincuenta, era de 23,620 dólares anuales, mientras que el precio medio de la vivienda era de 83,200 dólares, con lo cual el pago esta era accesible en plazos de 4 a 6 años. Ahora bien, para la ya mencionada generación milenial (muchos hijos de los Boomers), en EUA, los mejores pagados, que dicho sea de paso no son la mayoría, tienen un sueldo anual medio de 74,580 dólares, mientras que la vivienda promedia costos de 468,000 dólares registrados en 2022, es decir su valor se quintuplicó en el paso intergeneracional (véase: https://www.youtube.com/watch?v=qJGwvVKPN8k ). Mientras que, por ejemplo, en España esta proporción en el alza del precio de vivienda ya era del 629 por ciento desde hace trece años, en el año 2012: (véase: https://www.idealista.com/news/inmobiliario/vivienda/2012/01/09/379053-cuanto-ha-subido-en-los-ultimos-26-anos-el-precio-de-la-vivienda-nueva-en-tu-ciudad-tabla ).
Si a lo anterior aunamos fallas de mercado, como una oferta insuficiente de viviendas, la inflación generalizada y también el crecimiento de la renta, la cual por ejemplo tan solo en San Luis Potosí supera ya los tres mil pesos mensuales en viviendas pequeñas y en zonas periféricas, las altas tasas de interés en créditos hipotecarios, la depredación por la gentrificación o rasgos de la misma (Galván: 2023) de zonas urbanas y escases de suelo (pues muchos desarrolladores buscan casi en exclusivo el desarrollo de alta plusvalía VS la construcción de interés social). Entonces la crisis está servida.
Así pues, la reflexión final es que lo peor de la actualidad son las conductas de una serie de políticos más dispuestos al ataque, a aglutinar conflictos globales sin importar que estos escalen hasta la formación de coaliciones entre Estados que nos arrastren a una tercera guerra mundial y del capital dispuesto a financiarla; que a tomar en serio los problemas de las personas que viven una vida cada vez más dura día a día.
La política requiere de reconocerla y asumirla con realismo, sí, como lo comentábamos en otro artículo anterior a este. Pero fundamentalmente, siempre requerirá de coordinación y cooperación de la sociedad y de sus líderes políticos para organizarse y solventar los problemas humanos, como el que mencionamos aquí, y otros derivados de las difíciles condiciones materiales de nuestras jóvenes generaciones. La política pues, maneja el conflicto, pero es la vía primaria de la humanidad para construir justicia y paz.
Urge pues, apuntalar el camino en políticas públicas que decididamente se aborden con un enfoque social de cooperación desde el Estado y el Mercado, el cual no puede seguir generando distorsiones irracionales con impactos para millones de personas y su calidad de vida.
Solo puedo finalizar con otra frase: “Menos guerras y más viviendas dignas, y accesibles para todas y todos en este mundo.”
Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de © Dog News 2024









