En un mundo donde las reglas de la moda se rehacen cada temporada, las «sneakerinas» irrumpen con fuerza como el nuevo calzado que borra las fronteras entre lo atlético y lo delicado. Esta fusión entre tenis y ballerinas ha salido del radar de las pasarelas para instalarse en el día a día de quienes buscan estilo sin renunciar a la comodidad. Su forma no responde a una lógica tradicional: es un zapato híbrido que combina el soporte de un sneaker con la elegancia sutil de una bailarina.
Diseñadores como Miu Miu, Simone Rocha y Cecilie Bahnsen han jugado con texturas suaves, cintas cruzadas y acabados satinados para proponer esta silueta que se siente contemporánea, ligera y con un guiño al ballet clásico. Las marcas deportivas también han entrado al juego: Puma y adidas han lanzado versiones funcionales y estilizadas, mientras que Vivaia ha explorado con tejidos reciclados, sumándose a la tendencia con conciencia ecológica.
Este calzado ya ha aparecido en los looks de celebridades como Dua Lipa, Bella Hadid y Charli XCX. Pero lo que realmente confirma el auge de las sneakerinas es su llegada a personas comunes, fuera del universo aspiracional. Las redes sociales muestran a jóvenes que combinan estas piezas con jeans, vestidos o shorts, otorgando al calzado una versatilidad difícil de ignorar. Ya no son un experimento de pasarela, sino una elección que pisa fuerte en las calles y el transporte público.
El atractivo de las sneakerinas va más allá de lo visual. Representan una evolución cultural en el vestir: la necesidad de moverse rápido sin perder estilo, de caminar con firmeza sin abandonar la feminidad. Son una declaración silenciosa de que comodidad y expresión estética no están peleadas. Como ocurre con muchas tendencias que marcan época, las sneakerinas no solo son un zapato, son una forma de decir: «puedo con todo y sin tacones».









