Por primera vez, un robot entrenado con inteligencia artificial realizó, sin intervención humana directa, una parte crucial de una extirpación de vesícula biliar con una precisión total. Aunque la prueba se realizó en modelos porcinos ex vivo, los investigadores de la Universidad Johns Hopkins lo califican como un punto de quiebre en la historia de la cirugía automatizada: una máquina capaz de entender, adaptarse y corregirse en tiempo real, mientras sigue instrucciones verbales como un residente en formación.
La evolución de este tipo de tecnología ha sido vertiginosa. En 2022, el robot STAR logró realizar una operación laparoscópica autónoma, pero bajo condiciones sumamente controladas. Ahora, su sucesor —el SRT-H— integra capacidades de procesamiento similares a las de modelos como ChatGPT, lo que le permite escuchar, interpretar y ejecutar comandos complejos como «agarra la parte superior de la vesícula biliar» o «mueve el brazo izquierdo». No se limita a seguir un guión quirúrgico: aprende, improvisa y actúa.
La extirpación de la vesícula, lejos de ser una tarea simple, requiere identificar y manipular delicadas estructuras anatómicas. El SRT-H fue entrenado con grabaciones quirúrgicas reales y subtituladas, absorbiendo no solo la secuencia técnica, sino el sentido de las decisiones clínicas. Con este conocimiento, completó la operación con exactitud milimétrica, sin necesidad de intervención humana.
Más allá del asombro tecnológico, este avance plantea una pregunta de fondo: si las máquinas pueden operar con esta precisión, ¿cuál será el rol del cirujano del futuro? Lejos de reemplazar, la robótica quirúrgica podría convertirse en el mejor aliado humano para garantizar cirugías más seguras, personalizadas y eficientes. Pero el desafío será no solo técnico, sino también ético y humano: conservar la empatía en un entorno donde la precisión ya no es exclusiva de las manos.









