Después de 102 años de prohibición, el río Sena en París ha recuperado una de sus antiguas funciones: ser un lugar para el baño público. Desde el 5 de julio hasta el 31 de agosto de 2025, algunos tramos de este emblemático río se transforman en piscinas al aire libre, una iniciativa que ha despertado entusiasmo entre parisinos y turistas. Este hito llega tras una inversión histórica que superó los 1,400 millones de euros, destinada a mejorar la calidad del agua y la infraestructura para garantizar la seguridad y salud pública.
Esta reapertura no es un acto casual ni espontáneo. En 1923, el baño en el Sena fue prohibido debido a episodios epidémicos causados por bacterias fecales presentes en el agua contaminada. Desde entonces, el río quedó relegado a un simple paisaje pintoresco, perdiendo su carácter de espacio de recreo para la ciudad. Fue hasta 2015 cuando comenzaron los planes para devolverle al Sena su antigua función, impulsados por avances tecnológicos en el tratamiento del agua y un compromiso serio con la sostenibilidad.
El proyecto, que sigue modelos exitosos de ciudades como Zúrich y Copenhague, implica un monitoreo constante y el uso de tecnologías avanzadas para mantener la calidad del agua en niveles aptos para el baño. Sin embargo, la realidad es compleja: apenas en el segundo día de apertura se tuvo que suspender la actividad por una inesperada alteración en la calidad del agua, lo que refleja los desafíos que aún persisten en esta ambiciosa iniciativa.
Más allá del valor recreativo, este proceso simboliza un esfuerzo por reconectar a la población con un río que ha sido testigo de siglos de historia y cultura en París. El Sena vuelve a cobrar vida como un espacio público de encuentro, deporte y esparcimiento, no solo para los parisinos sino para el mundo entero, que sigue atento a esta prueba de resiliencia ambiental y urbanística.
Este proyecto es también una llamada a la reflexión sobre cómo las grandes ciudades pueden reinventar sus espacios naturales urbanos, recuperando ecosistemas y promoviendo un desarrollo sostenible que beneficie tanto a las personas como al medio ambiente. París, en su regreso al Sena, abre la puerta a un futuro donde los ríos vuelvan a ser protagonistas activos de la vida urbana.









