Un logro que evoca los sueños de la alquimia medieval.
En el corazón del CERN, el experimento ALICE ha logrado lo que durante siglos fue anhelo de alquimistas: convertir plomo en oro. Durante colisiones de iones de plomo a velocidades cercanas a la luz, se han producido núcleos de oro al remover tres protones del plomo, generando oro con 79 protones. Sin embargo, estas transformaciones son efímeras y ocurren en cantidades insignificantes, sin valor comercial.
Este fenómeno, conocido como disociación electromagnética, se produce cuando los campos electromagnéticos intensos de los iones en colisión provocan la emisión de fotones que interactúan con los núcleos, resultando en la expulsión de protones y neutrones. El experimento ALICE, diseñado para estudiar el plasma de quarks y gluones, ha detectado y analizado estas transmutaciones con precisión sin precedentes.
Aunque la cantidad de oro creada es ínfima y se desintegra casi instantáneamente, este logro representa un avance significativo en la comprensión de las interacciones nucleares y las condiciones del universo primitivo. Además, valida modelos teóricos sobre la estructura atómica y las fuerzas fundamentales.
Datos curiosos:
El oro y el plomo están separados por solo tres protones en la tabla periódica, lo que hace que esta transmutación sea conceptualmente sencilla pero técnicamente desafiante.
La cantidad de oro producida es de aproximadamente 29 billonésimas de gramo, equivalente a una fracción minúscula de un grano de arena.
Estas transmutaciones también generan otros elementos como talio y mercurio, dependiendo del número de protones expulsados.









