Hay instituciones que no envejecen: se vuelven más profundas. El Posgrado en Física del Instituto de Física de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí es una de ellas. Con más de cuatro décadas de historia, no solo ostenta el título de ser el más antiguo de la universidad, sino que se ha convertido en un espacio donde la curiosidad científica se cultiva con rigor, paciencia y una ambición intelectual que rebasa fronteras.
Su prestigio no es retórico. Dieciocho profesores conforman su columna vertebral académica, muchos de ellos con los más altos reconocimientos del Sistema Nacional de Investigadores o con distinciones eméritas. Para su coordinador, el doctor Yuri Nahmad Molinari, esta solidez humana explica la vitalidad del programa: aquí la física no se conserva como reliquia, se renueva mediante investigación de frontera y formación de especialistas capaces de dialogar con la ciencia contemporánea.
Las líneas de trabajo parecen sacadas de una cartografía del futuro. Desde la física de partículas y campos, con colaboraciones en laboratorios emblemáticos como el CERN en Suiza, hasta la física atómica y molecular, donde se fabrican instrumentos capaces de medir variaciones mínimas de la gravedad, casi imperceptibles para el cuerpo humano pero fundamentales para comprender el universo físico.
La reflexión teórica también ocupa un lugar central. El estudio del estado vítreo, por ejemplo, explora territorios donde la materia desafía las categorías clásicas de sólido o líquido. A ello se suman investigaciones en simetrías fundamentales, nanociencias, sistemas electrónicos de pocos átomos, energía solar y hasta el análisis de cráteres en cuerpos celestes, ampliando el horizonte de lo que se pregunta y lo que se sabe.
Para el doctor Nahmad Molinari, la fortaleza del posgrado reside en su equilibrio entre teoría y experimento, una tradición científica que se remonta a Galileo y que sigue siendo el corazón de la física moderna. Sin endogamias académicas, el programa impulsa a sus egresados a recorrer otros centros del mundo, llevando consigo una formación sólida que hoy tiene presencia en México, Estados Unidos y Europa. Desde San Luis Potosí, la materia también piensa, calcula y se atreve a comprenderse.








